lunes, 2 de julio de 2007

El límite es un servicio a la vida



¿Por qué tantos argentinos se destacan en el mundo, especialmente en los países desarrollados? El psicólogo y educador Julio César Labaké lo sabe: "Somos despiertos e inteligentes, pero aquí no rendimos tan bien como en otros lugares donde las instituciones son disciplinadas". Agrega: "somos un pueblo burlador de la ley y eso hace que eduquemos mal"

El conflicto que los argentinos tienen con la ley hace que muchas veces los padres teman poner límites a sus hijos. "Ellos tampoco han aceptado sus propios límites" dice Labaké.

El niño es impotente - porque no maneja el poder sobre la vida e insontinente - porque no puede darle dimensión adecuada a sus deseos. Necesita, entonces, un mediador hasta que pueda madurar la manifestación de sus impulsos y deseos. La madre, el padre y sus maestros en los primeros años lo ayudan a adecuars a la realidad y a no seguir viviendo en la fantasía de sus deseos.

¿Cuándo hacen daño los límites? "cuando no hay un valor que lo justifique y el modo de fijarlo por parte de la autoridad menosprecia a la criatura; cuando lo acompaña la rabia o no es el lugar adecuado", dice Labaké.

Contemplar el temperamento de cada niño también es necesario. "El límite es un servicio a la vida por parte de la autoridad. Algunos chicos necesitan más firmeza, otros más permisividad" explica. Demasiadas reglas para un niño excesivamente receptivo harán de él un obsecuente; por el contrario, si a un niño más rebelde no se le ponen límites con más firmeza, el resultado será mucha más rebeldía.



"Los límites nos liberan en lugar de reprimirnos; nos libran del egocentrismo, del desorden, de perder el tiempo..."remarca el educador. "Decir que no a lo menos valioso es aprender a decir que sí a lo que tiene más valor. Esta es la elección que permite autogobernarse y sólo la autoridad amorosa de un padre es la que ayuda a un chico a descubrirlo",



He ahí el desafío de los padres: ejercer su amorosa - siempre amorosa . autoridad para que sus hijos sean libres.

Julio César Labaké

Fuente: Revista "Creciendo en Familia"