jueves, 8 de noviembre de 2007

Educar con sentido para encontrar el sentido



Hace poco leí un artículo en el que un maestro contaba que un día, debatiendo con sus alumnos el tema de la guerra, uno de ellos lo sorprendió preguntándole qué sentido tenía la vida ante tanto horror.

Y relataba que nunca nadie le había hecho una pregunta semejante dentro del aula.

¿Y quién de nosotros no se ha encontrado y se encuentra tantas veces ante una situación parecida?. Especialmente en estos tiempos violentos en que son tan habituales los asaltos, los asesinatos, los secuestros...comprobar la fugacidad con la que transitamos por este mundo y el poco sentido que tiene para una parte de la humanidad, es francamente alarmante.

El sentido de la vida es uno de los interrogantes más difíciles de resolver; es motivo de reflexión de los filósofos pero también todo ser humano común y corriente porque, en la medida que nos vamos respondiendo la pregunta, vamos definiendo nuestro caminar por este mundo.

Es común hacer un reduccionismo y respondernos que el sentido de la vida pasa por el bienestar, por alcanzar el éxito, por tener una buena posición económica. Un ejemplo: muchos son hoy los jóvenes que no saben qué carrera universitaria elegir, qué habilidades adquirir, qué conocimientos y disciplinas poner en acto para lograr un futuro económicamente y laboralmente estable.

A veces, son influenciados por sus padres quienes los empujan a elegir tal o cual carrera desconociendo sus talentos personales y su vocación porque dedicarse a estudios o actividades poco redituables es "perder el tiempo".

Nos tendríamos que interrogar acerca de si el sistema educativo actual no está también tratando de decirle a los jóvenes que lo más importante en esta vida es adquirir bienes de consumo, tener un cierto status social elevado y buscar la realización personal a través de las cosas materiales.

Al perderse la lucha por los grandes ideales de la Modernidad, ante la degradación del sentido vincular de la humanidad y el individualismo creciente, el sentido de la vida se limitó a vivir un puro presente, un puro placer y un consumismo exacerbado y mucho contribuyó también la pérdida de las certezas.

Esto trajo aparejado una creciente competitividad, y los niños son los más afectados; desde la escuela y desde los Medios de Comunicación, especialmente desde la televisión, se muestra la vida como una carrera en la que hay que ser el primero en todo y no sólo, sino también ser el mejor, fomentando así cada vez más, el individualismo y la competencia. El resultado es la generación de una situación confusa para niños y adolescentes a los que se empuja hacia la polaridad proponiéndoles la solidaridad pero fomentando el la lucha por derribar al contrincante y así podríamos detallar infinidad de situaciones en las que se da un doble mensaje, tanto desde la escuela como desde la familia.

Tanto la escuela como la familia están para llevar adelante una labor educativa conjunta pero, muchas veces los mensajes no son coherentes y lo que se enseña con palabras, se contradice con los actos, situaciones que a los chicos no les pasan desapercibidas.

Si la sociedad prioriza el bienestar y en el acto educativo se transmite este concepto, estamos educando seres que atienden a su yo y su propio bienestar y no se involucran con el bien común ni con el sufrimiento que los rodea y, menos aún, si éste puede desestabilizar su privacidad individualista.

Hoy encontramos jóvenes que son consciente de la pobreza, las carencias, la corrupción, la violencia reinantes pero, no se involucran más allá de éso y permanecen distantes de un compromiso con un otro y con una tarea concreta que ayude a cambiar una realidad que día a día va degradándose.

La escuela actual no transmite a los alumnos los principios del compromiso, del cooperativismo, del asociacionismo sino que transmite un saber que queda desconectado de la vida, dejándolos desvalidos y desconociendo del poder que otorga el saber. Al dejar vacío ese lugar, surgen los medios de comunicación con su propuesta de "no pensar", "no reflexionar", "no ejercer la percepción crítica".

La sociedad posmoderna ha perdido el sentido porque la persona ha perdido el sentido de su vida. Hace poco me comentaban algo que no es novedad pero vale la pena citar, que ante el auge en el consumo de droga, se les preguntaba a los jóvenes si se daban cuenta que estaban suicidándose y la respuesta era que sí, que se daban cuenta pero que no les importaba; a tal punto llegó la pérdida de sentido y el vacío que perciben los jóvenes ante la falta de un proyecto de vida.

¿De qué servirá entonces brindarles a los alumnos todo el saber, toda la información si les negamos el derecho a conocer otro modo de vivir o, expresado en otros términos, de encontrar un sentido a sus vidas.

Una propuesta diferente, encontrando espacios de debate y reflexión, enseñar el hábito de pensar, de interrogarse, servirían para comprender que son cualidades que solamente tiene el ser humano, ni los animales ni las plantas tienen la capacidad de trascendencia y de preguntarse por el sentido.

María Inés Maceratesi

Para seguir reflexionando:

«Hay dos maneras de vivir la vida una como si nada fuera un milagro, la otra es como si todo fuera un milagro.»

«Lo importante es no dejar de hacerse preguntas.»

«La vida es hermosa, vivirla no es una casualidad.»

"Uno debería guardarse contra aquellos que sermonean habitualmente a los jóvenes con la importancia del éxito como principal propósito en la vida. El estímulo más importante para el trabajo, en la escuela y en la vida, es el placer de trabajar, el placer de sus resultados, y el conocimiento del valor del resultado para la comunidad.»

«Solamente una vida dedicada a los demás merece ser vivida.»

Albert Einstein



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