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martes, 6 de mayo de 2014

Proteger a los chicos de las drogas



Muchos jóvenes expresan que la droga apareció en sus vidas en el viaje de egresados al concluir el séptimo grado de la primaria, ingreso que se produjo como consecuencia de no querer quedar marginados del grupo de compañeros que, supuestamente, eran los "piolas". ¿Quién querría quedar al margen y no ser y sentir como ellos?. Al principio se comienza con la cerveza y más tarde aparece la marihuana, el pegamento, la nafta y toda sustancia que sirva para drogarse.

Un sector cada vez más amplio de niños, adolescentes y jóvenes buscan en la droga una felicidad ilusoria mediante el efecto transitorio de ciertas drogas. Por simple curiosidad, para enfrentar la inseguridad, por no encontrar un lugar en el mundo, muchos emprenden un camino de difícil retorno. Las sustancias psicoactivas como la marihuana, cocaína, ácido lisérgico, éxtasis, e inhalantes, descomponen todo el equilibrio psicofísico. Según la droga y el nivel de consumo, las sustancias psicoactivas producen un transistorio estado alterado de la conciencia con sensaciones que oscilan desde entre el júbilo y la depresión desembocando en pérdida de memoria y de otras funciones cognitivas, falta de coordinación que puede llegar al extremo de incapacidad psicomotriz, alteración cardiorrespiratoria por sobrecarga del corazón y colapso del sistema nervioso central entre otras consecuencias. A este cuadro se le suman las consecuencias sociales de la adicción: violencia y delito.

Innumerables intentos se han realizado con el objetivo de definir por qué una persona cae en manos de estas sustancias que existen desde siempre y cuyo uso depende de la época y la cultura. Mientras los neurólogos se centran en la química del cerebro, los estudiosos de la conducta se inclinan por definir una serie de factores que predisponen, ya sean familiares, sociales o de personalidad, cuya articulación define la dependencia psicológica.

Lo que comienza como una curiosidad a edades que cada vez se instalan más cerca de la infancia, termina convirtiéndose en una trampa porque las drogas tienen sustancias altamente adictivas que generan un círculo vicioso difícil de romper. La droga pide más y más y el adicto no encuentra cómo frenar un consumo que lo consume. Por la droga, el adicto pierde familia, amigos, principios y como plantea el Dr. Hugo Míguez en su libro "Uso de sustancias psicoactivas" "el trastorno mayor no está en la toxicidad de la droga sino en el abandono que hace el adicto de cualquier otra forma de recuperar su capacidad de entusiasmo". Por lo único que el adicto pelea es por la droga que le sirve para olvidar, sentirse bien, festejar, superar estados de ánimo negativos pero que a la vez le hace perder un montón de cosas e inclusive introducirlo en el delito.


La familia del adicto

Mucho se ha dicho y escrito sobre la familia del adicto y coinciden todos los especialistas en los siguientes aspectos: fallas en la puesta de límites, dificultades en la comunicación, ausencia de respeto por las jerarquías y conductas familiares adictivas son peligrosos trampolines que muchas veces conducen a la adicción.
"Tanto la permisividad como la sobreprotección son nocivas porque tienden a anular a la persona, retrasar el crecimiento e impedir que aprenda a afrontar situaciones. Se trata de un proceso que va influyendo en la formación de la persona, porque, habitualmente, el mal manejo de los límites no empieza cuando el hijo entra en la adolescencia; eso viene desde siempre y cada situación se va sumando a las anteriores.(Verónica De Lucchi. Terapeuta familiar.)


Los hijos necesitan ser sostenidos, tenidos en cuenta, protegidos y cuidados por adultos que cumplan sus funciones dentro de una normativa clara.

Guia para padres



  • No tomar remedios sistemáticamente delante de los menores, son conductas contagiosas
  • Restringir el consumo de alcohol como forma de relajación y evasión de problemas.
  • Dejar fuera del alcance de los menores los tranquilizantes y medicamentos en general.
  • Enseñar a tomar decisiones, a elegir y a decir que no, desde chicos.
  • Proponer y realizar actividades (leer, conversar, escuchar música, salir) que eviten el vacío existencial y emocional, generando un espacio compartido entre padres e hijos.
  • Realizar deportes al aire libre
  • Comunicarse con los hijos. Hablar con ellos tanto de sus actividades como de sus sentimientos.
  • Mantener una cohesión familiar no simbiótica, es decir, respetando las individualidades.
  • Acompañar, sostener, cuidar y proteger a los adolescentes en el natural proceso de transición, con el respeto por sus pérdidas, dolor y sufrimiento inevitables.
  • Asumir que la oferta de droga es masiva y que cualquiera puede ser tentado.
  • Buscar ayuda si se descubre alguna adicción. Los padres solos no pueden sacar a un hijo dela carrera adictiva.

Bibliografía: este artículo ha sido compilada de un Dossier (que conservo en papel) publicado en los años 90 en la desaparecida Revista Luna de la Editorial Perfil.

jueves, 9 de junio de 2011

Algunas reflexiones sobre la revista “Educación sexual integral"


A continuación se transcriben textualmente las reflexiones difundidas por el Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina acerca de la Revista editada por el Ministerio de Educación de la Nación. Leer nota completa

martes, 31 de agosto de 2010

La ansiedad en los niños dificulta el aprendizaje escolar


La ansiedad infantil es hoy en día un trastorno muy común que, no tratado como corresponde, interfiere en el aprendizaje escolar de los niños.

La ansiedad se desarrolla en los niños ante nuevas situaciones que no pueden gestionar y, sobre todo, cuando tienen sensación de inseguridad. Además de la oscuridad y de los ruidos fuertes, los niños aumentan su nerviosismo cuando detectan que algo no va bien. A pesar de que la situación que les ocasiona inquietud se puede superar con la ayuda de un adulto, es muy útil aprender o enseñarles cómo afrontar sentimientos de nerviosismo y desasosiego.

Desde los ocho meses, un bebé es capaz de distinguir entre un familiar y un desconocido. Se inquieta al separarle de las personas que le cuidan. Algunos tienen miedo a estados específicos o a animales, como los perros, y otros a situaciones indeterminadas, como vivir sus propias experiencias.

Los cambios repentinos e inesperados les ponen nerviosos. Ayudar a un niño a sentirse seguro en su día a día es una prioridad que consiste en seguir determinadas rutinas, tan sencillas como fijar un horario para comer, cenar y dormir.

Para los menores que sufren un trastorno de ansiedad, desde la asociación de salud mental de Westchester (EE.UU.) lanzan una serie de recomendaciones:

•A los menores les preocupa qué les pasará a ellos y a sus seres queridos. Hay que escuchar siempre qué quieren saber y contestar de manera franca a sus preguntas. Los adultos no siempre tienen respuesta para todo, por ello hay que explicarles que, en ocasiones, no se entiende la razón de determinados eventos (una muerte traumática). Es una buena ocasión para enseñar valores e ideas.

•Hay que animarles a que expresen sus inquietudes, aunque pocos quieren hablar sobre sus miedos. Otros lo hacen mejor con dibujos o mediante juegos.

•Cuando aprenden a expresar sus sentimientos, conviene poner nombre a las sensaciones que tienen. Si se quiere iniciar una conversación sobre un tema con los hijos, son preferibles varias conversaciones cortas que una prolongada. Nunca hay que insistir si el pequeño no está preparado.

•Dibujar o jugar son actividades que ayudan a los niños a disipar la energía que les causa la ansiedad. En el caso de que un hecho traumático la provoque, les es útil escribir cartas a los afectados porque les satisface la necesidad de ayudar o hacer algo importante por ellos.

•Los niños necesitan escuchar el mismo mensaje repetidas veces, incluso, reiterar sus inquietudes con frecuencia. Algunos niños repiten el mismo juego una y otra vez cuando han estado implicados en un accidente. Se les puede ayudar si se les enseña un resultado diferente y positivo. Una posibilidad es aportar la visión de un miembro del equipo de rescate.

•Hay que vigilar que no vean imágenes en la televisión que les provoquen miedo, como programas de noticias demasiado dramáticas, sobre todo, si un adulto no les acompaña. Hay que escoger qué ven y escuchan.

•Por último, los adultos tienen que solucionar sus propias inquietudes para ayudar a los pequeños a superar las suyas.

Fuente: Consumer

lunes, 16 de agosto de 2010

Adolescencia precoz


Una investigación pionera afirma que durante los últimos años la etapa infantil se ha acortado de forma considerable.

Un estudio español ha tratado de indagar por primera vez en los efectos en el tramo de edad de 6 a 14 años de los cambios acelerados que ha vivido la sociedad en los últimos años. La preadolescencia, entre la niñez y la pubertad, se avanza hasta los 11 años, momento en el que los menores empiezan a sentir y comportarse como auténticos adolescentes. Quienes más lo acusan son las niñas, aunque la diferencia con el sexo masculino no es demasiado significativa. A pesar de que el trabajo muestra un porcentaje bajo de problemas importantes, denota cierta rendición de algunos educadores, el impacto excesivo del consumismo o la persistencia de diferenciaciones por género en una sociedad que, en teoría, ha dejado atrás los estereotipos familiares.

La adolescencia llega antes. Se avanza hasta los 11 años, momento en el que los menores comienzan a tener sensaciones, por tradición, ligadas al periodo adolescente y a los adultos. Esto se traduce en las actividades que demandan a los padres y en su modo de vestir. Ésta es una de las principales conclusiones del estudio "Infancia y familias. Valores y estilo de educación", llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Valencia, que explica una gran parte del comportamiento de los niños entre 6 y 14 años.

Según Petra María Pérez, coordinadora del trabajo, el motivo que conduce a menudo a este cambio es no haber jugado ni leído lo suficiente, que provoca que los menores no sepan esperar y deseen las cosas de forma precipitada. Estas demandas se convierten en la causa de conflictos más destacada por los progenitores, en un 22,3%. Esta pérdida de la infancia se da más en niñas, aunque la diferencia no sea muy significativa. Son ellas quienes, bastante antes que los chicos, empiezan a usar ropa de adolescentes.

Diferentes modelos familiares

Para hacer hincapié en la realidad social, el estudio ha tenido en cuenta los modelos familiares más habituales en la actualidad: familias nucleares o convencionales, que representan el mayor porcentaje (81,6%); monoparentales, es decir, con un sólo progenitor (13,5%); reconstituidas, en las que al menos uno de los dos miembros tiene un hijo de una pareja anterior (5,26%); y familias con hijos adoptados, que representan un 3,45% del total.

Aunque puede ser la labor más ardua del mundo, el trabajo de los progenitores acaba por conformar los hábitos y conductas de los hijos

La descendencia de las familias reconstituidas tiene una mayor dependencia de consumo, ya que dispone de más bienes materiales, recibe más pagas y dedica más tiempo a comprar durante los fines de semana. Este grupo también se percibe como el más rebelde. Para estos padres y madres lo más importante es atorgarles apoyo efectivo y delegan en la escuela, con mayor proporción que los otros tipos familiares, la educación de los hijos. Además, son estos chicos quienes muestran menor interés por los estudios y reciben, según el estudio, una educación más permisiva y menos autoritaria.

Los hijos de familias monoparentales se muestran como los más maduros pero, a la vez, también más tristes. Son estos progenitores quienes se revelan más inseguros para saber cómo llevar la educación de los hijos. Respecto al consumo, los hijos de familias monoparentales tienen, entre otras cosas, un número inferior de teléfonos móviles del que cabría esperar.

Cuándo surgen los problemas

El grupo más problemático es el comprendido entre 12 y 14 años, frente a los menores de 9 a 11 años. Estos últimos carecen de los problemas típicos de la preadolescencia. Es en esta edad cuando se generan menos conflictos entre hermanos y se consideran más responsables. A partir de los 11-12 años, sin embargo, diversas actitudes hacen peligrar esa antigua responsabilidad preadolescente: la falta de esfuerzo en los estudios, la poca colaboración en casa, el aspecto (ropa, pendientes, escotes, etc.) y las salidas.

El origen de los problemas en esta etapa se debe, sobre todo, a los cambios psicológicos, físicos y sociales. Respecto al aspecto físico, el proceso de aceptación será clave para la futura autoestima del preadolescente, así como para su integración y relación con los demás. Se dan durante los dos primeros años, con un cambio radical y un tiempo relativo para aceptar la nueva situación.

Los cambios psicológicos están relacionados con la aceptación de la nueva imagen física. También empiezan a formularse los primeros interrogantes sobre qué se quiere ser. De algún modo, se da cabida a un nuevo pensamiento más analítico y reflexivo, útil para resolver los problemas. Por último, hay un giro en la esfera social que está muy unida a los cambios psicológicos. La necesidad de aceptación llevará a establecer un nuevo tipo de relaciones y de situaciones sociales.

Tipos de padres y madres

En última instancia, el trabajo de los progenitores acaba por conformar los hábitos y conductas de los hijos, de modo que estos cambios se sobrelleven de la mejor manera posible. Aunque puede ser la labor más ardua del mundo, disciplina y cariño son la clave para conseguir equilibrar una balanza muy frágil, como lo es hallar la proporción adecuada entre castigo y recompensa. Respecto a la relación familiar, el estudio concluye que se dan cuatro grupos: progenitores permisivos/cohibidos, autoritarios/disciplinados, democráticos/equilibrados y sobreprotectores/controladores.

En el primer caso, se evita a los hijos cualquier esfuerzo y hay miedo a imponerles normas. Se acostumbran a dar premios excesivos a actividades cotidianas que deberían resultar normales. Los autoritarios, por otro lado, no usan el diálogo para negociar con los hijos. Todo se basa en normas, órdenes y castigos excesivos. Los padres y madres democráticos establecen normas y premios razonados, apoyan la autonomía del hijo, proporcionan responsabilidades y, por último, tratan sin violencia pero con firmeza. Los sobreprotectores tienden a limitarles la exploración del mundo, bien sea por miedo a que sufran daño, bien por un exceso de cuidado.

La hormona de la niñez

Un equipo de investigadores de la Johns Hopkins University (EE.UU.) ha publicado recientemente en la revista "Journal of Clinical Investigation" un estudio que confirma que la hormona IGF-1 tiene un papel clave en la coordinación de las fechas de inicio de la pubertad, la primera fase de la adolescencia. Según los científicos, el inicio de la pubertad se desencadena por la liberación de la hormona que libera a su vez gonadotropinas (GnRH) de las células nerviosas en el hipotálamo.

El estudio, llevado a cabo en ratones, mostró que a los roedores que se suprimió el receptor de IGF-1 se les retrasó el desarrollo de la pubertad, pero su fertilidad era normal. Por otra parte, la administración de IGF-1 a ratones hembras normales desencadenó la pubertad.

Autor: Núria Llavina Rubio
Fuente: Consumer

viernes, 14 de mayo de 2010

Violencia y desarrollo infantil


Por
Lorraine B. Wallach


La violencia ha causado la muerte de muchas personas y gastos anuales de millones de dólares en atención médica y en sueldos perdidos. Dentro del contexto de este texto, el término violencia se refiere al abuso de los niños u otro conflicto doméstico, agresión como producto de las pandillas y/o criminalidad en la comunidad, incluyendo el atraco. Una de las consecuencias más destructivas de la violencia es el efecto que produce en el desarrollo emocional de los niños. Esta publicación examina las consecuencias de la violencia en términos del desarrollo de los niños quienes son víctimas o testigos de la violencia dentro de su familia o en su comunidad.

Violencia en los Años Preescolares

Los niños que crecen con la violencia están expuestos, con frecuencia, a la posibilidad de un desarrollo emocional patológico. Según la exposición clásica de Erikson sobre el desarrollo individual, aprender a tenerle confianza a una persona es la tarea principal de los niños durante el primer año de vida. La confianza ofrece el fundamento necesario para el desarrollo futuro y crea la base para la confianza propia y el respeto a sí mismo. La capacidad de una criatura de tenerle confianza a la gente depende de la capacidad de la familia de proveer un nivel de cuidado constante y de responder a las necesidades del niño en lo que es el cariño y la estimulación. Se compromete este nivel de cuidado cuando la familia de la criatura vive en una comunidad altamente afectada por la violencia y/o cuando teme por su seguridad física. Además, tal vez no se vean en condiciones los padres mismos de ofrecerle el cuidado necesario debido al hecho de que su energía emocional se pierde en sus esfuerzos por garantizar su seguridad (Halpern, 1990). Hasta las tareas de la rutina diaria como ir al trabajo, hacer las compras y cumplir con las citas médicas requieren mucha planificación y esfuerzo adicional.

Cuando los niños cumplen aproximadamente los dos años, tienen un impulso interior de experimentar las habilidades recién adquiridas en la infancia, como por ejemplo caminar, saltar y trepar. Estas habilidades se practican mejor en los parques y las áreas de recreo, no dentro de departamentos donde viven varias personas. Sin embargo, a los niños que crecen en comunidades con un alto índice de criminalidad y mucha actividad pandillera, con frecuencia, no se les permite jugar afuera. Ellos, en cambio, se ven obligados a quedarse dentro de los espacios reducidos los cuales restringen sus actividades; asimismo, estas condiciones de vida obligan a los padres y otros miembros mayores de la familia a establecer restricciones adicionales a los niños (Scheinfeld, 1983). Estas limitaciones, las cuales son difíciles de entender para los niños, pueden ocasionar disrupciones en su relación con el resto de su familia.

Durante los años preescolares, los niños se encuentran preparados para salir del ámbito familiar para establecer nuevas relaciones y aprender más sobre otras personas (Spock, 1988). Sin embargo, cuando ellos viven en comunidades plagadas por el peligro, a los niños se les puede prohibir jugar afuera o hasta acompañar a los niños mayores en las diligencias de la casa. Además, los niños preescolares participan frecuentemente en programas de cuidado infantil en zonas donde la violencia predomina.

La Violencia en los Años Escolares

Aunque los primeros años de vida son más críticos en la preparación para el desarrollo futuro del niño, las experiencias de los años escolares son también muy importantes para el crecimiento saludable de los niños. Durante estos años, ellos desarrollan los dones sociales y académicos necesarios para su futuro como ciudadanos adultos; la violencia, en casa o en la comunidad, ejerce un efecto negativo notable en este parámetro del desarrollo del niño.

Cuando la energía de los niños se consume en su defensa propia o en miedos producidos por la violencia, tienen mayores dificultades en la escuela (Craig, 1992). Los niños traumatizados por la violencia pueden padecer de una memoria distorcionada y sus capacidades cognitivas pueden ser perjudicadas (Terr, 1983);

Los niños quienes han sido víctimas o que han visto a otras víctimas de la violencia pueden tener dificultades en su trato con otras personas. La ira que comúnmente acompaña a estos niños tiene una gran posibilidad de incorporarse a sus estructuras de personalidad. La carga de dicha ira dificulta el control de su propio comportamiento, aumentando así el riesgo de que ellos también recurran a la violencia;

Los niños aprenden sus habilidades sociales al identificarse con los seres adultos que participan en su vida. Ellos no pueden aprender modos no agresivos de interrelacionarse con otras personas cuando los únicos modelos, inclusive los que aparecen a través de los medios de comunicación, utilizan la fuerza física para lograr la resolución de sus problemas (Garbarino y otros, 1992);

Para controlar sus miedos, es posible que los niños quienes viven en un ámbito de violencia repriman sus sentimientos. Este mecanismo de defensa los afecta en su vida inmediata y puede causar un desarrollo patológico al largo plazo. Asimismo, puede interferir en su capacidad de comprensión e interacción con otras personas de manera significativa y hasta en sentir empatía por ellas. Los individuos quienes no pueden sentir empatía por los demás y sus sentimientos tienen una probabilidad menor de poder reprimir su propia agresión y una probabilidad mayor de volverse insensibles a la brutalidad en general. Saber cómo algunos jóvenes terminan en un estado de "bancarrota emocional" de esta manera nos ayuda a comprender por qué se preocupan tan poco por su vida propia y por la vida ajena (Gilligan, 1991);

Los niños quienes son traumatizados por la violencia pueden tener dificultad en imaginarse a sí mismos en papeles de importancia en el futuro. Los estudiantes en California quienes fueron raptados y terminaron siendo rehenes en su bus escolar manifestaron un panorama limitado de su vida futura y con frecuencia anticipaban un futuro desastroso (Terr, 1983). Los niños quienes no ven un futuro positivo para ellos mismos tienen dificultad en concentrarse en las tareas inmediatas como en el aprendizaje y en la socialización;

Los niños precisan sentir que tienen la capacidad de controlar algún elemento de su existencia, pero los que conviven con la violencia aprenden que tienen poco que decir sobre lo que les acontece. Comenzando con las restricciones sobre su autonomía cuando son pequeños, esta sensación de impotencia continúa cuando llegan a la edad escolar. No sólo hallan las restricciones normales a las que todos los demás niños deben ceñirse, sino que su libertad se ve limitada, además, por el ámbito en el que viven donde reinan las pandillas y los narcotraficantes;

Cuando los niños sufren un trauma, una reacción común es volver a una etapa anterior en la que todo era más fácil. Esta regresión puede ser terapéutica si permite al niño posponer el encuentro inevitable con los sentimientos provocados por el evento que produjo el trauma original. Es decir, es una manera de ganar fuerza psicológica. Sin embargo, cuando los niños están sujetos a una presión constante, corren el peligro de quedarse, psicológicamente, en una etapa de desarrollo anterior.

Las Diferencias Personales y la Elasticidad

No todos los niños responden de manera igual a las situaciones difíciles; hay muchos factores que influyen en las capacidades de tolerar situaciones adversas como por ejemplo la edad, la reacción de la familia ante la presión y el temperamento del niño. Los niños menores tienen una tendencia mayor a rendirse ante la presión que los niños de edad escolar o los adolescentes. Los niños menores pueden ser protegidos de las fuerzas ajenas si los que los cuidan son fuertes, psicológicamente, y disponibles para ellos.

Los niños que viven en un hogar estable, donde hay mucho apoyo emocional, tienen una probabilidad mayor de aprender a tolerar las situaciones contrarias en su vida porque tienen a su disposición a seres adultos caritativos. Si los adultos están dispuestos a escuchar a los niños, especialmente cuando hablan de sus miedos, y ser fuentes de estabilidad para ellos, ellos podrán tratar con sus propios problemas mucho mejor. Los niños son más flexibles si nacen con un temperamento moderado y están de buena salud mental. Si tienen suficiente suerte de tener padres fuertes quienes pueden tolerar la presión de la pobreza y la violencia en la comunidad, los niños tienen una probabilidad mayor de llegar a ser adultos felices y productivos (Garmezy y Rutter, 1983).

La Adaptabilidad en los Niños

Aunque lo que les acontece en los primeros años de vida es de gran importancia, muchos niños son capaces de sobrellevarse los dolores y miedos de su vida temprana. Para los niños quienes viven en una atmósfera de presión y violencia, la capacidad de formar relaciones y obtener de los demás lo que les falta a ellos en su propia familia y comunidad es de gran importancia en términos de un desarrollo saludable.

Los miembros del personal de escuelas, guarderías y programas de recreo físico pueden ser un recurso importante para los niños. Ellos pueden ofrecerles otras perspectivas de sí mismos, además de enseñarles las habilidades necesarias para tener éxito en el mundo. Con tiempo, esfuerzo y destreza, estos profesionales pueden ofrecerles a los niños una oportunidad para desafiar lo negativo y cambiar el rumbo de su vida hacia lo positivo.

Para Más Información


Bell, C. (1991). Traumatic Stress and Children in Danger. Journal of Health Care for the Poor and Underserved 2 (1): 175-188.

Carnegie Corporation of New York. (1994). Saving Youth from Violence. Carnegie Quarterly 39 (l, Invierno): 2-5.

Craig, S.E. (1992). The Educational Needs of Children Living with Violence. Phi Delta Kappan 74 (l, Sep 10): 67-71. EJ 449 879.

Garbarino, J., N. Dubrow, K. Kostelny, y C. Pardo. (1992). Children in Danger: Coping with the Consequences of Community Violence. San Francisco: Jossey-Bass. ED 346 217. Este documento no está la disposición del EDRS.

Garmezy, N. y M. Rutter, editores. (1983). Stress, Coping, and Development in Children. New York: McGraw Hill.

Gilligan, J. (1991). Shame and Humiliation: The Emotions of Individual and Collective Violence. Ponencia presentada en las Erikson Lectures de Harvard University, Cambridge, Massachusetts, el 24 de mayo de 1994.

Halpern, R. (1990). Poverty and Early Childhood Parenting: Toward a Framework for Intervention. American Journal of Orthopsychiatry 60 (l, Enero): 6-18.

Kotlowitz, A. (1991). There Are No Children Here. New York: Doubleday.

Scheinfeld, D. (1983). Family Relationships and School Achievement among Boys in Lower-Income Urban Black Families. American Journal of Orthopsychiatry. 53 (l, Enero): 127-143.

Spock, B. (1988). Dr. Spock on Parenting. New York: Simon y Schuster.

Terr, L. (1983). Chowchilla Revisited: The Effects of Psychic Trauma Four Years after a Schoolbus Kidnapping. American Journal of Psychiatry 140: 1543-1550.

Wallach, L (1993). Helping Children Cope with Violence. Young Children 48 (4, Mayo): 4-11. EJ 462 996.

Zero to Three. (1992). Can They Hope To Feel Safe Again?: The Impact of Community Violence on Infants, Toddlers, Their Parents and Practicioners. Arlington, Virginia: National Center for Clinical Infant Programs. ED 352 161.

Zinsmeister, K. (1990). Growing Up Scared. Atlantic Monthly 256 (6, Junio): 49-66

domingo, 1 de noviembre de 2009

Exclusión escolar y futuro social



La situación que registra la niñez y la adolescencia en el campo educativo lleva a trazar una perspectiva poco alentadora del futuro de nuestra sociedad, ya que las graves deficiencias que se presentan en la formación de los jóvenes provenientes de familias pobres, así como la ausencia de perspectivas de cambio en lo inmediato, condicionan severamente el potencial de desarrollo del país.

Un enorme número de chicos se encuentra en un estado de abandono educativo, lo cual limitará con rigor el acceso a otros derechos, ya que la exclusión escolar alienta otras exclusiones en campos culturales, laborales y económicos. Como surge de un reciente informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, el 53% de los menores de cinco años vive en hogares pobres, con dificultades para satisfacer sus necesidades básicas. Estos chicos son, además, afectados por una creciente desigualdad en materia educativa.

Por empezar, su nivel de asistencia a jardines maternales y de infantes es bajo. Además, como surge del referido informe, la brecha educativa se refleja en la concurrencia a escuelas de doble jornada, ya que el 25,1% de los adolescentes de hogares de ingresos medio-alto lo hace, contra sólo el 2,8% de los provenientes de familias pobres.

Por el deficiente funcionamiento de la educación pública, las familias consideran al ausentismo de los docentes y a los paros como los problemas más severos que lesionan la calidad de la enseñanza.

Entre los chicos pobres es menor el hábito de lectura, el acceso a Internet, la oferta de prácticas artísticas y la enseñanza de un segundo idioma. Por otra parte,la infraestructura escolar pública presenta notorias deficiencias y en sus aulas se nota un agravamiento de los problemas disciplinarios.

Esta situación exige medidas efectivas, ya que de persistir la severa exclusión educativa que se registra el porvenir colectivo estará aún más marcado por la marginación, la pobreza, la desigualdad y la violencia.

Según una medición de la UCA, un elevado porcentaje de chicos pobres sufren deficiencias educativas. Esta situación exige medidas efectivas porque afecta su futuro y el de la sociedad.

domingo, 2 de agosto de 2009

El problema de los adolescentes de hoy




El grave problema de los adolescentes; algunas propuestas


Tenemos un grave problema con buena parte de nuestros adolescentes y jóvenes. Negarlo es quedar ciego ante la luz de la verdad. Y ese problema no se arregla solo rebajando la edad penal, porque es demasiado extenso y profundo, y porque su raíz está en la sociedad y los poderes públicos.

Cuando somos niños pequeños nos enseñan a discernir entre lo que es un bien para nosotros o los demás, y lo que representa la incitación a un deseo. Esta es la base de la educación (exégesis) “no comas esto,” “no bebas aquello”, “no hagas esto otro”. Desarrollar aquella capacidad de discernimiento es el fundamento de la educación.

También sabemos que cualquier práctica que deseemos emprender con posibilidades de éxito, en la ganadería, jugando al ajedrez, o ser empresario, exige inexorablemente conocer cuáles son los bienes relacionados con la práctica –y, por tanto, los males-. Un agricultor no puede pecar de inconstante porque las vacas necesitan el ordeño diario al igual que la alimentación de los animales; la paciencia es necesaria para el ajedrez; y la confianza básica para el empresario. Se necesita además la práctica y los medios necesarios para alcanzar aquellos bienes. Para conseguir todo esto nuestros deseos deben ser encauzados, educados, y que ésta solo pueda ser una actitud permanente.

Pues bien, ser humano, vivir la propia vida, es más decisivo que cualquier actividad concreta, lo que vale cuando éramos niños, y después, para ser ganadero, ajedrecista o empresario, todavía es más necesario para realizarnos como personas. Es evidente que exige saber distinguir entre lo bueno y el simple deseo, como aprendimos, o así debería haber sido en la infancia. El problema que padecen un número creciente de adolescentes es que tal aprendizaje les ha sido negado y deformado, por incapacidad de sus padres, primero; maestro, después; y la sociedad, en general, o por la actitud deliberada que considera que aquellas condiciones que son las que razonablemente nos exigimos para el desempeño de cualquier tarea, incluso el más sencillo de los hobbys, no debe aplicarse a la educación de las personas. Por esta causa violan tanto, agreden y son cada vez más violentos. Se drogan más y más pronto e incurren en una dañina promiscuidad Asumiendo hábitos dañinos que les pasarán factura a los 30, 40 años.

Por consiguiente, debemos recuperar la educación del deseo, la capacidad de discernir el bien y practicarlo. Para ello es necesario ayudar a que cada uno entienda y descubra cuál es la mejor forma de vivir para nosotros, porque con nuestras actitudes expresamos alguna manera de lo que cada uno entiende por felicidad, en términos de bienes, no de deseos, de manera que sepamos cuál es nuestro gran bien último, como nos organizamos en relación a los otros bienes y qué estamos dispuestos a sacrificar.

En nuestra cultura clásica el fin último -la felicidad- podía alcanzarse por medio de la sabiduría, como Platón; con su ejercicio en la política; mediante las virtudes adquiridas, como Aristóteles; o en una relación perfeccionada con Dios, como Tomás de Aquino; o en las tres. En cualquier caso, la felicidad nunca podía surgir de la búsqueda sistemática del placer, el poder o el dinero –como fin último, como hiperbién-, lo que no niega las posibilidades de cada uno como medios secundarios. De ahí la importancia de la educación para reconocerse en uno mismo si se está haciendo algo para alcanzar el fin bueno, o realmente en la práctica solo estamos enmascarando nuestro deseo de placer, poder, dinero. Y esto es, sobre todo, una reflexión práctica.

Y porque se trata de práctica y la pregunta no puede sólo formularse sobre el yo -¿qué debo hacer?- sino sobre el nosotros, debe entrar en juego la razón deliberativa porque el criterio del otro nos ayuda a superar nuestras concepciones erróneas sobre la manera de alcanzar nuestro fin último, de manera que cuando persigamos fines genuinamente buenos, sepamos ver cuando no los perseguimos por este motivo sino porque redundará en dinero o en poder. Por esto es tan importante la deliberación en el proceso educativo, siempre y cuando no degenere en corrupción; es decir, cuando los demás se esfuercen en ejercitar las virtudes de la objetividad.

El escultismo clásico -no, evidentemente algunas mutaciones posteriores- es la gran escuela de formación de niños y adolescentes, porque encauza, entre otras, la tendencia al pandillismo, al liderazgo y socialización del adolescente en el sistema de patrullas que funciona bajo criterios de bien muy poderosos, la Ley Scout y su promesa, el raciocinio y la corrección deliberativa, las reuniones de patrulla, los consejos de honor, constituyen un proceso de deliberación racional compartida para lograr bienes últimos: el honor, la lealtad, el servicio a los demás, la fraternidad entre scouts; la cortesía el amor a los animales y a la naturaleza, la obediencia, el espíritu de sacrificio y de superación, la formación de la personalidad y del cuerpo, mediante la práctica, esto es, la acción, el testimonio y el compromiso

En una cultura desvinculada y su expresión, las políticas del deseo y la burocracia de la despersonalización, recuperar el estudio y divulgación de los grandes educadores de la sociedad como Aristóteles y Tomás es tan necesario como lo fue en las épocas más negras de la historia humana, en otro plano, el de la vida cotidiana, la profundización de la naturaleza y métodos como los del escultismo clásico, sin las deformaciones que incorporaron las crisis post sesenta y ocho.


Josef Miró
Fuente: Forum Libertas
Comentario Editorial:
Este es un excelente artículo para reflexionar sobre la profundidad de la problemática adolescente en la sociedad actual. Como ya lo veníamos perfilando en otros artículos publicados en este blog, el punto de partida para la formación de personas fuertes y capaces de obrar persiguiendo el bien propio sin ignorar el bien ajeno, pasa por la formación desde muy pequeños, de una conciencia recta capaz de expresarse y elegir libremente el bien. En esta cruzada, los padres -primeros educadores- tienen un papel irreemplazable.

jueves, 21 de mayo de 2009

Llamamiento mundial por la Infancia


Con ocasión del 20º aniversario de la Convención de los Declaración del Niño, la Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE) lanzará un “Llamamiento mundial por la Infancia”, en un acto que tendrá lugar en el Palacio de las Naciones Unidas en Ginebra (Suiza) el próximo 4 de junio, en el que se escuchará la voz de los niños de las diferentes partes del mundo y al mismo tiempo, habrá una exposición de fotos, dibujos y videos creados por niños.

“Todavía, se verifican retrocesos inquietantes y violaciones muy graves de los derechos del niño en muchas regiones del mundo”, expresaron los responsables de esta iniciativa que llamaron a firmar este Llamamiento para “promover una cultura del respecto del niño para garantizar el desarrollo integral de todos los niños, niñas y adolescentes”. Y agregaron que “los firmantes marcan su compromiso en la defensa de la dignidad y de los derechos del niño en todas las regiones del mundo donde ellos están violados”.

Desde BICE explicaron que “si bien la Convención sobre los Derechos del Niño ha permitido progresos innegables desde hace 20 años, estos últimos años se ha producido un cierto sofocamiento. Esta constatación, así como el carácter transnacional de muchas cuestiones relacionadas con los niños (migraciones, trata, redes de pronografía infantil, ventas de órganos, etc.) hacen que, en nuestra opinión, una nueva movilización por la infancia a escala mundial sea urgente”.

Los organizadores buscan asociar a este llamamiento a otras organizaciones y asociaciones que trabajan con los niños, y a otros actores, a quienes invitaron a “examinar el conjunto de progresos realizados durante los últimos 20 años, la mayoría de las violaciones sistemáticas de los derechos del niño que se producen todavía y los nuevos retos a enfrentar”.

La madrina de este Llamamiento Mundial por la Infancia será Maggy Barankiste, quien salvó a miles de niños durante el genocidio que asoló su país, Burundi, entre 1993 y 2003. Lucha por proteger a los niños de los estragos de la guerra y del SIDA y, después de casi catorce años de intervención sanitaria, social y psicológica durante las masacres entre etnias y la guerra civil, sus acciones han sido reconocidas en todo el mundo y se le otorgaron numerosos premios.

En la década de 1980 el BICE tomó parte activa en la elaboración de la Convención sobre los Derechos del Niño. Coordinó junto con la asociación "Défense des Enfants International" el grupo de ONG’s que trabajaba en la ONU sobre el texto de la Convención. Desde entonces, siguió trabajando para hacer realidad los derechos del niño, gracias a su presencia en 77 países, mediante una red de socios, organizaciones miembros y de expertos. Quienes deseen sumar su firma a este Llamamiento Mundial por la Infancia, pueden hacerlo a través del sitio del BICE:

martes, 19 de mayo de 2009

Permisivismo y libertad en la educación


Los adolescentes necesitan de la autoridad para su crecimiento en auténtica libertad; es como un pilar fuerte al que agarrarse cuando todo se les tambalea
La falta de autoridad en padres y profesores contribuye a acentuar la inseguridad y dificulta la libertad de los adolescentes; y parece evidente que hay crisis de autoridad en muchos padres y en bastantes profesores. Autoridad que por otro lado tampoco está demasiado potenciada por el sistema educativo que nos rige en la actualidad ni por las administraciones educativas.

Es bien cierto que muchos adolescentes hacen lo que quieren en casa y en el colegio; los padres tienden a responsabilizar a los profesores del fracaso de los hijos y con frecuencia los desautorizan, con lo cual aun les merman más su autoridad. Y los profesores son incapaces de hacer nada ante el permisivismo y la falta de autoridad de los padres. Unos por otros esa falta de autoridad también repercute negativamente en la educación de la libertad y en el ejercicio de la misma.

Aunque aparentemente la rechacen, los adolescentes necesitan de la autoridad para su crecimiento en auténtica libertad; es como un pilar fuerte al que agarrarse cuando todo se les tambalea. Algo que les da seguridad ante su inseguridad personal. Y si no la encuentran en los mayores la buscarán en el grupo o la pandilla. La coherencia y autoridad moral de los educadores es como la veleta o la referencia que les orienta en el proceloso mar de la adolescencia. Por el contrario, la falta de autoridad en quienes más cerca tienen contribuye a su inseguridad y desorientación, además de suponer una falta de referentes positivos que incide en el relativismo ético y en el indiferentismo, enemigos ambos de la verdadera libertad.

Por supuesto que no hay que confundir esta autoridad con el autoritarismo, ni con obligar a hacer las cosas porque sí, ni con lo de “la letra con sangre entra”. Ha de ser autoridad moral, basada en el ejemplo y en el prestigio. Autoridad que se tiene pero que se ejerce muy poco. Autoridad que cumple siempre lo que promete, que es justa y coherente, pero que en ocasiones sabe ser “injusta” en cuanto trata de manera desigual a personas desiguales. (¡Cómo cuesta entender esto a los adolescentes!)

La autoridad de la que hablamos es aquella que no tiene miedo a rectificar y pedir perdón si se ha equivocado. Que puede ser flexible y tolerante en algunas ocasiones, pero raras veces pasar por alto o hacer la vista gorda ante lo que está mal, sobre todo si esa actitud puede interpretarse como indiferencia. Y también es autoridad que se preocupa más de corregir que de castigar, que se ejerce con pocas palabras y con la sonrisa en los labios, y que procura siempre ser dialogante, dando razones aún a riesgo de que no sean entendidas. Y ello sin tirar nunca la toalla.

Por último, es autoridad que sabe dar libertad de forma progresiva, incluso hasta permitir que se equivoquen sin retraerles nada, pero exigiendo siempre la correspondiente responsabilidad. Es en definitiva la autoridad de un ser libre que valora sobremanera este don que Dios ha concedido al hombre y que por tanto lo quiere no solo para sí, sino para todos.

Federico Gómez Pardo
Fuente: Forum Libertas

viernes, 20 de febrero de 2009

Comportamiento infantil


Los niños a veces tienen malas conductas o simplemente "caprichos". Es común observarlo en la calle - por ejemplo o en algún lugar público- la manera en que algunos niños manipulan a sus padres y éstos responden a esta conducta sancionándolos con algún castigo, lo más común un sacudón, un tirón de cabellos o gritos pero esto es contraproducente, pues estas reacciones de los niños no pueden ser sancionadas con castigos y sí, en cambio, aprender a recompensar los buenos actos y actitudes positivas.

El objetivo que persiguen los padres, en general, es que los hijos aprendan pautas de comportamiento, de ahí que será útil buscar técnicas efectivas a largo plazo. Los castigos inmediatos producen un efecto momentáneo pero, las recompensas, dicen los expertos, que consiguen efectos estables y duraderos.
Uno podría preguntarse porqué habría que recompensar una conducta que se supone debe ser la correcta pero debemos pensar que las personas son más proclives a realizar cosas en las que encuentran una compensación y evitan aquéllo que les supone un esfuerzo o dificultad que deducen, no será recompensada.

Los niños, aprenden y repiten mejor aquellos comportamientos que saben les producirá algún beneficio pero los adultos deberán ser prudentes en la forma de administrar las recompensas y sobre todo no abusar de ellas.

Y cuando se habla de recompensas, lo más común es que se piense en algún bien material sin advertir que las recompensas más eficaces no tienen mucho que ver con lo material y sí en cambio, con lo inmaterial como el elogio, la atención, el afecto, la compañía, todas muy económicas y rentables.

Pero ¿qué es lo que debe recompensarse?, cosas simples pero siempre aplicar la recompensa en el mismo momento que el niño realizó algo correctamente ya que si se pospone, se corre el riesgo de que el niño olvide por que lo están premiando. Aún así, no es necesario recompensarlo cada vez que hace algo bueno, sino hacerlo una vez cada tanto para que no pueda especular con la recompensa y así se convierta en alguien que hará las cosas por interés y no porque debe hacerlas.

En el caso de los niños muy conflictivos, si los padres no encuentran conductas que compensar, habrá que informarle al niño sin exaltarse ni de manera violenta, lo poco apropiada que es la conducta que ha tenido hasta ese momento.

Lo más importante es que los padres inculquen a sus hijos nuevas conductas que más tarde les permita sociabilizarse positivamente. Se trata también de aprender a poner límites, algo que muchos padres no hacen por miedo a recibir el rechazo de sus hijos o porque tratan de no repetir patrones autoritarios en los cuales se criaron.

Pero hay padres que no ponen límites porque no saben o por comodidad, ya que es mucho más fácil decir "sí" que "no". Es un gran error porque los niños en el fondo saben que los padres, aunque les pongan límites, los quieren y ellos también quieren a sus padres porque son sus referentes, aunque a veces discutan. Los adultos por su parte, deben conocer sus propios límites porque si ellos no los tienen, tampoco sabrán ponerlos.

A medida que los hijos crecen hay que ir adecuando las técnicas y trabajar en base a la negociación, aún reconociendo que hay asuntos que no son negociables, por ejemplo si un niño o niña asiste a una fiesta y vuelve alcoholizado ¿cuál sería la actitud a adoptar por los padres?.

Las respuestas las tienen que buscar en el seno de la familia, ya que en ella crecieron esos niños y sería útil repasar los valores y normas sobre los cuales se edificó la misma. Es importante sí, no perder la posibilidad de ejercer un estilo comunicativo con los hijos, mostrándoles que estamos diciendo cosas pero acompañando las mismas con gestos corporales que las acrediten; el lenguaje verbal y el no verbal no deben contradecirse.

Una actitud muy importante en estos casos es la coherencia, explicar el por qué de alguna decisión a tomar y actuar de la misma manera que se les pide a los hijos que actúen, escuchando con atención, mirando a los ojos y manteniendo una actitud calma, resaltando lo que hacen bien y poniendo límites que tengan valor sin chantajearlos emocionalmente con dichos como que la mamá se entristecerá si persiste en su conducta.

Si algo está mal, está mal y hay que decírselo, de lo contrario, ¿quién se lo dirá?. Se supone que los padres son los que deben acompañar el crecimiento y dar algunas señales de lo que está bien o mal, para eso son los adultos. El tiempo que se supone se "gasta" en hablar y enseñan o modificar o corregir, redundará en beneficio futuro.

Por último entender que la puesta de límites no avala que el adulto se sobrepase y sea demasiado extricto; los límites sirven para evitar que los niños y niñas crezcan teniendo poca resistencia a la frustración o vayan en camino de ser malos perdedores. Decirles a los hijos que los amamos y hacer que se sientan amados es muy bueno, pero también hay que hacerles saber que no siempre todo cuanto hacen está bien.

La profesora Ángels Geis, experta en estos temas dice que "Pensar que ésto ya lo aprenderá en el colegio, es una equivocación porque la escuela cada año tiene unos profesores diferentes y sólo ocupa un veinticinco por ciento del tiempo del niño"

Textos: María Inés Maceratesi

sábado, 3 de enero de 2009

Padres permisivos, ¿cuál es el límite?


Los psicólogos aconsejan que los padres eduquen a sus hijos e hijas con autoridad, pero marcando unos límites razonables

Establecer un marco de referencia

La comunicación en la familia es el pilar básico para el desarrollo del menor (configuración de su personalidad y modos de relacionarse con los propios miembros de la familia y con los amigos de la calle). Los padres deben escuchar a los hijos y los hijos a los padres. Pero es importante que estos últimos no olviden que, ante todo, ellos son adultos y "los niños necesitan que el adulto haga de adulto, porque como amigos ya tienen a los compañeros de clase, de fútbol o de cualquier otra actividad", señala Àngels Geis.

"Entre padres e hijos debe haber confianza -añade-, pero los padres tienen que hacer de padres, aunque hay gente que no lo vea así". Los adultos constituyen el marco de referencia de los pequeños y, por ello, deben tener un proyecto educativo que establezca las normas. "Puede ser un proyecto de salud, de felicidad, de convivencia... Pero un proyecto claro, porque cuando no se tiene se claudica antes", especifica la profesora, quien considera que aquellos padres que se ríen ante la primera pataleta del hijo, tendrán más difícil corregir ese comportamiento cuando éste sea mayor. "Los límites que no se han impuesto al niño de pequeño son difíciles de imponer cuando es mayor", advierte.

Por su parte, Amparo Novo detalla cómo las personas seleccionan y jerarquizan valores e ideales, estéticas y modas, formas de convivencia y de vida entre los diferentes marcos a los que se enfrentan, desde la dependencia infantil hasta la autonomía personal.

"Las personas seleccionan y jerarquizan valores e ideales, estéticas y modas, formas de convivencia y de vida entre los diferentes marcos a los que se enfrentan"

Estos marcos contribuyen a modelar la conducta, sensibilidad y pensamiento de una persona, por lo que los progenitores deben ser conscientes de que sus hijos e hijas absorberán lo que proyecten sobre ellos.

En este sentido, Àngels Geis diferencia dos tipos de niños: "los que tienen un marco de referencia tan cerrado que no pueden hacer nada y, cuando son mayores, o se rebelan o son retraídos, y los que no tienen un marco claro de referencia, sino límites flexibles, los mismos que si en un momento dado tienen que mostrarse violentos para llamar su atención no dudarán en hacerlo".

"No está claro que se pueda identificar como consecuencia de la permisividad de los padres la conducta violenta de los hijos -contradice Novo-. Resulta exagerado emplear el término 'violencia' para calificar una conducta de desobediencia. Si se habla de niños agresivos, es probable que estos procedan de familias en las que los propios padres tienden a comportarse de forma desequilibrada y antisocial".

Para enseñar a los hijos el camino más adecuado, los padres deben ser conscientes primero del que siguen ellos mismos. Si discuten delante del niño sobre el modo de educarle o se contradicen a la hora de dar una orden, habrá más posibilidades de que el pequeño se confunda y siga su propia trayectoria.

Los padres deben estar convencidos de lo que exigen y no cambiar de idea ya que, aunque pueda parecer lo contrario, los niños que tienen unas normas se sienten seguros porque saben por dónde deben ir. Por ello, ante cualquier duda, se puede pedir ayuda externa de profesionales. "Los padres encuentran muchos recursos en la escuela, aunque a veces ocurre que, cuando se acercan a ella, en lugar de informarles de los logros que consiguen los pequeños, sólo destacan lo malo. Etiquetan y catalogan tanto a los hijos como a los padres, y estos no quieren ir para que alguien les diga sólo lo mal que lo hacen", sentencia Àngels Geis.

Fuente: Consumer Eroski
Àngels Geis, es profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Ramón Llull, en Barcelona

jueves, 20 de noviembre de 2008

Día Internacional de la Convención de los Derechos del Niño



Hoy, 20 de noviembre, se celebra el 19º aniversario de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Especialmente es este día el que debe funcionar como disparador para reflexionar cuánto y cómo se invierte desde el Estado para garantizar el cumplimiento de los derechos de chicos, chicas y adolescentes.

Cada crisis económica por la que atraviesa el país genera el retroceso de logros sociales y, con ello, de la inversión en niñez. Es importante que la inversión sea tanto en políticas específicas, para los que más lo necesitan, como en políticas públicas, que tengan como objetivo mejorar la vida de todos los niños.

“Siguiendo el concepto que adopta el estudio que año a año actualiza el Ministerio de Economía de la Nación junto a UNICEF (sobre inversión en infancia), debe observarse y propugnarse que se aumente, en términos relativos, la inversión en infancia observando transversalmente el conjunto de las carteras.

En otros términos: ¿cuánto de lo que se invierte en infraestructura, en vivienda, en seguridad, salud, etcétera, está destinado a que los niños disfruten efectivamente de sus derechos?”, aseguró Gabriel Lerner desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

En el Día Internacional de los Derechos del Niño, la pregunta, entonces, es necesaria. ¿Cuáles son los caminos posibles para asegurarles a los chicos educación, recreación, salud, participación; para garantizar que no sufran abandono, maltrato; para que se respeten cada vez más los derechos que por ser niños y adolescentes, ellos deberían gozar?

Un poco de historia reciente

En 2005, el Congreso Nacional sancionó la ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños yAdolescentes. En ella incorporó, además de los principios de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, un cambio radical en el tratamiento de la infancia.

La ley nacional supone un cambio de paradigma, en especial en el tratamiento de los niños en condición vulnerable, es decir, los que sufren maltrato y abandono. Suprime la casi centenaria Ley de Patronato de Menores que permitía una mayor intervención de los jueces e institucionalización de los chicos por esas causas.

Entre otras cosas, ahora priman las políticas públicas sobre la intervención judicial (que ahora sólo debe ser excepcional) y la institucionalización. Además, crea institutos y organismos específicos para llevar adelante esos cambios.

¿Qué es un sistema de protección integral?

Según la ley 26.061, éste debe contar con políticas, planes y programas de protección de derechos; organismos administrativos y judiciales de protección de derechos; recursos económicos, procedimientos y medidas de protección de derechos. Según el artículo 33, tiene como finalidad la “preservación o restitución a las niñas, niños o adolescentes del disfrute, goce y ejercicio de sus derechos vulnerados”.

Fuente: Periodismo Social

jueves, 9 de octubre de 2008

Valores para distinguir lo bueno de lo malo


¿Qué puedo hacer para que mi hijo desarrolle valores morales y sepa distinguir entre lo bueno y lo malo? Muchos padres se preguntan esto hoy en día, porque todos queremos que nuestros hijos sean honestos, respetuosos, compasivos con los demás, que sean decentes y que sepan defender sus principios actuando responsablemente en cualquier ambiente en el que tengan que interactuar con otros.

Además deseamos que tomen decisiones morales correctas, basadas en sus valores porque los hará más felices y serán más cooperadores con la sociedad en la que viven.Y bueno, será necesario hablar con los hijos, sobre todo con los adolescentes sobre la necesidad de apoyar su vida y su comportamiento en buenos valores, para lo cual tienen que ser educados en ese sentido, guiados y acompañados para reconocer que el dinero se adquiere trabajando honradamente, que la verdad y la honestidad, el respeto propio y ajeno y la responsabilidad por las decisiones tomadas son pilares básicos de la vida personal, familiar y social.

Los padres tienen un papel preponderante en la tarea de acompañar y ayudar a sus hijos a distinguir lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto porque, muchas de las situaciones que afectan a los adolescentes hoy, no son producto de la casualidad sino consecuencia de las elecciones realizadas. Se elige beber alcohol y conducir, por ejemplo, porque nadie obliga a una acción semejante. Consumir drogas, desplegar una actividad sexual prematura y abandonar los estudios, también son producto de las elecciones equivocadas.

Porque los jóvenes, generalmente, ejercen un comportamiento de riesgo que los hace propensos a caer en algunos otros comportamientos. Los padres deben estar presentes para ayudar a sus hijos a discernir los riesgos y consecuencias que sus decisiones tienen en el presente, pero también cómo pueden llegar a afectar su futuro.

Sin embargo, la mayoría de los adolescentes comparten los valores y principios de sus padres, especialmente si han tenido su ejemplo, que es mucho más educativo que las palabras; esos ejemplos serán recordados por ellos a la hora de emprender un camino beneficioso, aún sabiendo que el camino más corto y fácil es una tentación.

Formas de ayudar a desarrollar los valores morales.

Si los padres somos perseverantes y nos empeñamos en concluir una tarea difícil, nuestro hijo o hija se sentirá más proclive a hacer lo mismo con sus tareas escolares.S nos negamos a beber alcohol antes de conducir, ellos lo registran.

Cuando aceptamos que nuestro equipo de fútbol pierda un partido, nuestro hijo aprenderá que no todo en la vida es ganar.Si ve que nosotros apreciamos a las personas, más allá de su raza, religión o condición social, aprenderá a tener diversidad de amistades.

Si nos acompañan al supermercado y la cajera se equivocó a nuestro favor y se lo decimos, estaremos enseñando la honestidad. Así también con la aceptación de los fracasos, la toma de decisiones difíciles, el reírnos de nuestros propios errores, serán ocasión de que aprendan a convivir con las dificultades y las penas que trae la vida y será más capaz de aceptar sus propias imperfecciones.La compasión y la solidaridad también se pueden ejemplificar y enseñar a partir de la participación en un voluntariado en alguna institución de bien público o religiosa

La fe también es un valor humano y trascendente necesario para integrar al ser humano como persona completa. Si nos ven practicar una sana espiritualidad y participar de celebraciones religiosas según nuestras creencias, les estaremos brindando un pilar muy importante para su vida.

En cuanto al uso del dinero en la adolescencia, también seremos el espejo en el cual reflejarse porque, si le damos más valor a lo material (auto, casa, ropa) probablemente nuestros hijos tendrán la misma actitud.

Por lo tanto, tener la capacidad y la fortaleza de enseñarles a distinguir entre lo necesario y lo superfluo es otro punto delicado.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Los Derechos del Niño


Convención Sobre los Derechos del Niño
Versión adaptada no oficial
Aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989


Art. 1 Definición del niño
La Convención se aplica a todas las personas menores de 18 años de edad.

Art. 2 La no discriminación
Todos los niños y niñas tienen todos los derechos recogidos en la Convención: no importa de dónde seas, ni tu sexo o color de piel, ni qué lengua hables, ni la situación económica de tu familia, ni tus creencias o las de tus padres, ni que padezcas alguna minusvalía.

Art. 3 El interés superior del niño
Cuando las autoridades, o las personas adultas, adopten decisiones que tengan que ver contigo deberán hacer aquello que sea mejor para tu desarrollo y bienestar.

Art. 4 Aplicación de los derechos
Los gobiernos (y las autoridades regionales y locales) deben hacer que se cumplan todos los derechos recogidos en la Convención. Deben ayudar a tu familia a garantizar tus derechos y también deben colaborar con otros países para que se cumplan en todo el mundo.

Art. 5 Dirección y orientación de los padres y madres
Las autoridades deben respetar a tus padres y a todas las personas que sean responsables de tu educación. Tu familia tiene la responsabilidad de ayudarte a ejercitar tus derechos.

Art.6 La supervivencia y el desarrollo
Todos los niños y niñas tienen derecho a la vida. Los gobiernos deben hacer todo lo posible para asegurar tu supervivencia y desarrollo.

Art.7 Nombre y nacionalidad
Cuando naces tienes derecho a ser inscripto en un registro y a recibir un nombre y una nacionalidad, a conocer a tus padres y a ser cuidado por ellos.

Art.8 Identidad
Las autoridades tienen la obligación de proteger tu identidad, nombre, nacionalidad y relaciones familiares.

Art.9 Separación de los padres
Ningún niño o niña debe ser separado de sus padres, a menos que sea por su propio bien. En el caso de que tu padre y tu madre estén separados tienes derecho a mantener contacto con ambos fácilmente.

Art.10 Reunión de la familia
Si, por cualquier circunstancia, vives en un país y tus padres en otro, tienes derecho a entrar en el país en que estén tus padres y reunirte con ellos, o a que tus padres se reúnan contigo.

Art.11 Traslados y retenciones ilícitas
Las autoridades deben evitar que seas trasladado de forma ilegal a otro país o que seas retenido ilegalmente.

Art.12 La opinión de niños, niñas, y jóvenes
Tienes derecho a opinar y a que esa opinión, de acuerdo con tu edad y madurez, sea tenida en cuenta cuando las personas adultas vayan a tomar una decisión que te afecte.

Art.13 Libertad de expresión
Tienes derecho a expresar libremente tus opiniones, a recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, siempre que no vayan en contra de los derechos de otras personas.

Art.14 Libertad de pensamiento, conciencia y religión
Las autoridades deben respetar tu derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión. Tus padres podrán aconsejarte sobre lo que es mejor.


Art.15
Libertad de asociación
Puedes asociarte libremente, crear asociaciones y reunirte pacíficamente con otros chicos y chicas, siempre que estas actividades no vayan en contra de los derechos de otras personas.

Art.16 Protección de la intimidad y la vida privada
Tienes derecho a una vida privada propia, a que se respete la vida privada de tu familia y a la intimidad de vuestro domicilio, a que no te abran la correspondencia y a que nadie ataque tu buena imagen.

Art.17 Acceso a una información adecuada
Tienes derecho a recibir información a través de los libros, los periódicos, la radio, la televisión, Internet, en especial la información que sea importante para tu bienestar y desarrollo. Las personas adultas cuidarán de que esta información sea adecuada.

Art.18 Las responsabilidades de los padres
Tu padre y tu madre son los responsables de tu educación y desarrollo, y deben actuar pensando en tu interés. Las autoridades ayudarán a los padres en estas tareas apoyándolos cuando sea necesario.

Art.19 Protección contra el abuso y los malos tratos
Las autoridades deberán protegerte de los malos tratos, los abusos y la violencia, también de los que provengan de tus padres o responsables legales.

Art.20 Protección de los niños privados de su familia
Tienes derecho a una protección y ayuda especiales en el caso de que no tengas padres o que éstos no estén contigo. Esta ayuda tendrá en cuenta tu origen cultural o étnico.

Art.21 Adopción
En caso de adopción siempre se debe tener en cuenta, por encima de todo, el bien estar del niño o la niña.

Art.22 Los niños refugiados
Los niños, niñas y jóvenes refugiados (que hayan sido obligados a abandonar su país por una guerra u otra circunstancia) serán objeto de protección especial. Las autoridades deberán colaborar con las organizaciones que los ayudan y protegen.

Art.23 Los niños y niñas con discapacidades
Si sufres alguna discapacidad física o mental, tienes derecho a cuidados y atenciones especiales que garanticen tu educación y capacitación con el fin de ayudarte a que disfrutes de una vida plena.

Art.24 La salud y los servicios sanitarios
Tienes derecho a disfrutar del nivel más alto posible de salud (que incluye agua potable, una buena higiene y alimentación) y a recibir atención médica cuando estés enfermo. Los gobiernos deberán cooperar con los gobiernos de otros países para que este derecho sea una realidad en todo el mundo.

Art.25 Revisión de las condiciones de internamiento
Sí estás internado o internada en un establecimiento para protegerte o para curarte una enfermedad física o mental, se debe revisar periódicamente tu situación para comprobar que el internamiento sea apropiado y no se prolongue más de la cuenta.

Art.26 La seguridad social
Tú y tu familia tenéis derecho a beneficios de las ayudas del gobierno y la seguridad social cuando vuestros recursos sean escasos.

Art.27 El nivel de vida
Tienes derecho a un nivel de vida adecuado para tu desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social. Tus padres son los responsables de que tengas lo necesario para vivir de una forma digna (en especial vivienda, nutrición y vestido). Si ellos no pueden proporcionártelo las autoridades deben ayudarlos.

Art.28 La educación
Tienes derecho a la educación. La educación primaria debe ser obligatoria y gratuita, y debes tener facilidades para poder tener educación secundaria o ir a la universidad. Los gobiernos de los países deben colaborar para que esto sea una realidad en todo el mundo. Los castigos en la escuela no deben ser humillantes ni indignos.

Art.29 Los objetivos de la educación
La educación deberá estar encaminada a desarrollar tu personalidad, aptitudes y capacidades mentales y físicas hasta el máximo de tus posibilidades. La misma debe prepararte para ser una persona respetuosa con otras personas, responsable, pacífica y respetuosa con el medio ambiente, en una sociedad libre.

Art.30 Los niños y niñas de comunidades minoritarias e indígenas
Si perteneces a una minoría étnica o religiosa, se debe respetar tu derecho a vivir según tu cultura, a practicar tu religión y hablar tu propia lengua.

Art.31 El ocio y las actividades recreativas y culturales
Tienes derecho al juego, al descanso y a las actividades recreativas y culturales.

Art.32 El trabajo infantil
Tienes derecho a estar protegido contra los trabajos peligrosos para tu salud o que te impidan ir a la escuela. No puedes trabajar hasta cumplir una edad mínima y si lo haces, se deben cumplir unas condiciones apropiadas en los horarios y condiciones de trabajo.

Art.33. El uso de drogas ilegales
Tienes derecho a estar protegido de las drogas ilegales y del tráfico de drogas.

Art.34 La explotación sexual
Las autoridades deben protegerte de la explotación y los abusos sexuales, incluidas la prostitución y la participación en espectáculos o materiales pornográficos.

Art.35 La venta y el secuestro de niños
Los gobiernos deben tomar todas las medidas que sean necesarias para impedir la venta, la trata y el secuestro de niños y niñas.

Art.36 Otras formas de explotación
Tienes derecho a estar protegido contra las demás formas de explotación que sean perjudiciales para tu bienestar.

Art.37 La tortura y la privación de la libertad.
No seréis sometidos a torturas ni a otros tratos o penas crueles. Si has cometido un delito no se te impondrá la pena de muerte ni la de prisión perpetua. Si eres juzgado y considerado culpable sólo deberás ser internado en un establecimiento como último recurso, y sólo el tiempo mínimo para cumplir tu castigo. Nunca deberás estar en las mismas prisiones que las personas adultas y tendrás derecho a mantener contacto con tu familia.

Art.38 Niños y niñas en conflictos armados
En tiempos de guerra no podrás ser reclutado como soldado ni participar en los combates. Los niños y niñas tenéis derecho a una protección especial en caso de conflicto.

Art.39 Recuperación y reinserción social
Si has sufrido malos tratos, explotación, abandono o has estado en una guerra, tienes derecho a que se ocupen de ti para recuperarte física, social y psicológicamente.

Art. 40 La aplicación de la justicia a menores
Tienes derecho a defenderte con todas las garantías cuando te acusen de haber cometido un delito. Los jueces y abogados deberán ser especialmente cuidados cuando juzguen personas de menos de 18 años, y las leyes deben establecer una edad mínima antes de la cual no pueden ser juzgados como si fuesen personas adultas.

Art.41 La ley más favorable
Si hay leyes distintas a la Convención que se puedan aplicar en algún caso que te afecte, siempre se aplicará la que sea más favorable para ti.

Art.42 Difusión de la Convención
Tienes derecho a conocer los derechos contenidos en esta Convención. Los gobiernos tienen el deber de difundirla entre niños, niñas, jóvenes y personas adultas.

NOTA: los artículos 43 a 54 explican cómo los gobiernos y organizaciones internacionales como UNICEF deben colaborar para que se cumplan los anteriores derechos. En ellos no se reflejan más derechos, por eso no aparecen en esta versión resumida.

Fuente: UNICEF
Publicado en:
www.buenosaires.gov.ar