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jueves, 18 de agosto de 2011

Polémica por un proyecto para repartir preservativos en la escuela primaria


La iniciativa, de la diputada de Encuentro Popular para la Victoria María José Lubertino, propone distribuir preservativos a partir de sexto grado en los establecimientos educativos porteños como forma de educación sexual.

Las legisladoras porteñas María José Lubertino (Encuentro Popular para la Victoria), María Elena Naddeo (Diálogo por Buenos Aires) y Laura García Tuñón (Movimiento Proyecto Sur) presentaron un proyecto que propone distribuir preservativos en las escuelas de la Ciudad a partir de sexto grado.

La iniciativa, denominada de "Accesibilidad de los Preservativos en el Ambito Escolar", se fundamenta en que los niños tengan “una adecuada educación sexual”, según explicó Lubertino, y será difundida este viernes a las 17 en la escuela Técnica 5 "María de Los Remedios Escalada de San Martín", situada en Alberdi 1845, con la presencia de expertos en el tema y también de alumnos.

La diputada explicó que tanto las familias como la escuela son responsables de la educación sexual del niño, y fundamentó el proyecto alegando que “la mayoría de los chicos donde más concurren es a la escuela”.

En sus argumentos, Lubertino señala que el mismo "fue concebido como un medio útil para que se incentiven y provean herramientas -útiles, información y acceso a métodos anticonceptivos en los establecimientos educativos- para prevenir la transmisión de enfermedades, permitir el control responsable de la natalidad, y defender los derechos sexuales y reproductivos".

En este sentido, opinó que los anticonceptivos y preservativos deberían estar disponibles para todos y en todos lados para lograr una “adecuada educación sexual”, y puntualizó que, en el caso de los colegios, los pondría en las aulas o en los baños, donde serían entregados junto a información sobre prevención de embarazo y enfermedades de transmisión sexual

Además, Lubertino señaló que “los chicos probablemente hablen más con las maestras que con las mamás” sobre este tema.

"Nuestra principal preocupación es que no se está cumpliendo con la Ley de Educación Sexual en las escuelas y es justamente la educación una de las maneras de prevenir los embarazos adolescentes y los abortos", precisó la legisladora.

También agregó que su planteo "responde a la urgencia y necesidad de promover políticas públicas tendientes a generar hábitos y prácticas responsables entre los jóvenes, acentuando la prevención y permitiéndoles un acceso inmediato" a los preservativos.

Cabe destacar que Lubertino trabaja en el tema de la prevención de VIH y también brinda talleres de educación sexual. La diputada también había presentado con anterioridad un proyecto para la distribución de preservativos en los boliches porteños.

Comentario sobre esta medida:

¿Es una buena medida repartir preservativos en la escuela a partir del sexto grado como lo proponen las legisladoras?

Estamos hablando de niñas y niños de infantes que muy bien pueden haber llegado a la pubertad pero que están en el inicio de un cambio físico que no necesariamente va acompañado de una maduración psíquica y mental.

La edad de los niños y niñas que asisten a un sexto grado es de once años, edad que tiene -como cada etapa de la vida - características, intereses, objetivos diversos que no tienen por qué relacionarse necesariamente con el hecho de que vayan a iniciar relaciones sexuales.

El rol de la familia en esta etapa es clave porque es un momento en que, amparándose en la Ley de Educación Sexual, el estado se entromete en la vida privada de cada familia y pretende hacer con sus hijos lo que supuestamente no hacen los padres, ésto es, cuidarlos, orientarlos, educarlos, acompañarlos en su crecimiento y maduración integral.

Repartir preservativos no es y nunca será una solución pero sí es la más fácil y también la que justifica el gasto de partidas presupuestarias que podrían destinarse a otros ámbitos. En pos de evitarles el contagio de enfermedades de transmisión sexual, se les proveen soluciones que pueden ser interpretadas como mágicas, del tipo: "protegidos con ésto podemos hacer cualquier cosa" sin advertir que como todo en la vida, se necesita estar suficientemente maduro y adquirir una cierta responsabilidad para ejercer una vida sexual activa. Los niños y niñas de once años están en la edad de ocuparse de sus estudios, de practicar algún deporte, de desarrollar sus capacidades artísticas, a todo ello debería dedicarse la escuela, como así también de tratar que no se acerquen a la droga, el alcohol y a las diversiones dañinas.

Los preservativos no son la panacea universal, pueden romperse, pincharse, estar vencidos y provocar lo contrario de lo que se quiere evitar.

Una buena y efectiva educación sexual pasa, a mi entender, por respetar los tiempos de crecimiento, conversar con nuestros hijos para que comprendan que tienen toda una vida por delante antes de embarcarse en relaciones sexuales como diversión y placer únicamente. Que tienen la posibilidad de comenzar una relación más adelante, con alguien a quien amen y no para establecer una especie de maratón para ver quién lo hace primero y con más compañeros sexuales.

La vida sexual es una dimensión muy delicada y hermosa que no debe relegarse pero tampoco debe apresurarse, repito, la solución más fácil nunca es la más acertada, aprender a esperar también forma parte de la educación integral. Y el argumento tan remanido de que los pobres no tienen la posibilidad de una familia que los acompañe y el estado tiene que suplir su rol puede ser que así sea pero no por éso debe aplicarse una medida de tal magnitud masivamente porque podría hacer más mal que bien.

María Inés Maceratesi



jueves, 9 de junio de 2011

Algunas reflexiones sobre la revista “Educación sexual integral"


A continuación se transcriben textualmente las reflexiones difundidas por el Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina acerca de la Revista editada por el Ministerio de Educación de la Nación. Leer nota completa

domingo, 1 de noviembre de 2009

En sexualidad y libertad, cada cosa a su tiempo


Los tiempos cambian pero...

Ayer nomás era común ver que las niñas imitaban a sus madres en sus actitudes, su modo de vestir y de hablar, era una manera de ir creciendo hasta alcanzar su propia identidad y en este proceso, la madre era su "modelo".

En otro tiempo, en algún momento libre, la mamá enseñaba a su hija a hacer alguna labor manual como tejer o coser alguna prenda para su muñeca, por ejemplo. Y no estamos hablando de tiempos prehistóricos sino de hace poco. Hoy los tiempos cambiaron y muchas veces recordamos con nostalgia alguna que otra situación como la mencionada pero, evitando caer en la falsa ilusión de creer que ese tiempo volverá.

Actualmente, cuando aún no han concluido aún su escuela primaria, muchas mamás se ocupan de promover, junto con otras madres del curso, la organización de fiestas o bailes cuando quizá lo ideal sería, impulsar la participación de las niñas en eventos deportivos, obras culturales, sociales y en lo posible, realizadas por ambos sexos en común, para aprender a relacionarse sanamente.

Los programas de televisión contribuyen a exacerbar esta situación de adelantar a las niñas e impulsarlas a realizar algo que no les es propio ni acorde a su edad y etapa madurativa. Así se van acostumbrando a frecuentar locales bailables para menores con la complacencia de sus padres quienes, en el mejor de los casos, únicamente se toman el trabajo de ir a recogerlas al final del baile con muy pocas ganas.

La niña que alimentó ilusiones con las telenovelas de la tarde y los idilios de sus personajes -la mayoría preadolescentes- comienza a vestirse provocativamente para suscitar el interés de los varones y concretar la ilusión alimentada: tener un romance rápidamente tal como la heroína de turno.

¿Y los varones?

Los varones también alimentan su despertar sexual apelando a cuanto medio tienen a mano: internet incluida. Pero hay algo que aún no ha cambiado: los padres y madres de varones no consideran que eso sea algo desestimable, por el contrario, aún vivimos en una cultura predominantemente machista (aunque no nos guste) en la cual ésto es un signo de virilización altamente deseable.


Iniciada la etapa de las salidas a partir de la medianoche con su vuelta a la madrugada se constituyen en un campo ideal para sostener relaciones de parejitas que desean reproducir lo visto en la telenovela, el video, la película o el sitio de internet. El clima del boliche, la música ensordecedora, el alcohol, la caricia cada vez más directa y prometedora, van anunciando un final fácilmente imaginable que puede concluir en un embarazo.

¿Qué sucede con los padres cuando se enteran?

Si la hija está embarazada, algunos no se hacen cargo, algunos se ofenden y aún las expulsan del hogar tal como se comprueba en maternidades a las cuales acuden a tener su hijo, siempre y cuando el embarazo llegue a término. Ésto en el mejor de los casos porque generalmente, estas situaciones las resuelven las protagonistas con ayuda de sus amigas, sin dar participación a sus familias, con las consecuencias sabidas: aborto, peligro de enfermedad o muerte femenina, abandono del varón, posterior culpa y problemas psicológicos.

¿Qué ha pasado?

Si se ha cuidado tanto a los hijos durante la primera infancia, ¿por qué luego detentan una libertad que no está de acuerdo con su edad? ¿A algún papá o mamá se le ocurriría dejar elegir a su hija jugar con un instrumento que no sepan usar y pueda dañarla?. Lo mismo sucede cuando se les ha estimulado para comportarse como adultas anticipadamente, usando ropas inadecuadas y precipitando salidas. El resultado es que salen dañadas.

No necesariamente hay que buscar culpables pero quizá muchos adultos estén tan infantilizados y confundidos ante una cultura que promueve cierto tipo de conductas y actividades, que sería el momento de sentarse a pensar si no se debería modificar la percepción de la vida actual y, aunque se vaya contra la corriente, aprender a dejar a los hijos e hijas disfrutar de su infancia, de sus juegos con muñecas y no con muñecas de carne y hueso que no están preparados para tener.

Que los adolescentes pierdan la cordura está dentro de lo esperable y posible pero que la pierdan sus padres es una triste falta de responsabilidad.


Crecer y hacerse cargo de nuevas responsabilidades no es fácil en un mundo que cambia tan rápidamente; necesitamos ayuda todos, los chicos y los adultos. Ayuda para poder cuidarnos y cuidarlos aprendiendo a tomar de la cultura actual lo bueno, lo deseable, lo necesario y acorde a la etapa de nuestra vida, desechando lo que consideramos que no se condice con nuestro estilo de vida aunque los de afuera nos marquen lo contrario y tengamos que sufrir burlas por ello.


Decir es la salida más fácil, un NO a tiempo puede evitar muchas lágrimas.
Textos: María Inés Maceratesi

miércoles, 29 de abril de 2009

Precocidad sexual, una cuestión de educación en valores


La tasa de fecundidad adolescente precoz se triplicó en la Argentina en los últimos 40 años: más de 3 mil bebés nacen anualmente de chicas de entre 10 y 14 años y hay 900 mil madres niñas en todo el territorio nacional, según estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación. Es decir, 3 de cada 20 argentinos son hijos de madres adolescentes.

El estudio, realizado por investigadores del Centro de Estudios de Población, señala que esas niñas mamás tuvieron hijos con hombres que las superan en al menos 10 años –en el 80 por ciento de los casos–, o en 20 años –en el 20 por ciento restante–.

La cantidad de nacimientos de madres menores de 15 trepó a 3.050 casos en 2001, contra los 986 que se registraban en 1960. Mientras tanto, desde hace seis años, existe en el país la ley 25.673, que incluye el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable y tiene como propósito “contribuir a mejorar la estructura de oportunidades”.

Cuidados.

Un estudio reciente del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam) indica que cerca de la mitad de las madres adolescentes argentinas no se cuidó en su primera relación sexual porque pensaba que en esa etapa no había riesgo de embarazo.
La investigación revela, sin embargo, que un 84 por ciento de esas jóvenes sabía de la existencia del preservativo y un 82 por ciento sabía de las pastillas anticonceptivas, aunque el 47 por ciento de ellas no se cuidó cuidarse en esa primera relación.

Educación.

Por otro lado, el 83 por ciento de los adolescentes manifestó haber recibido algún contenido de educación sexual en la escuela, aunque el 58 por ciento dijo haber tenido sólo una charla en toda su escolaridad a una edad promedio de 13 años y sólo uno de cada dos recibió educación sexual de sus padres, según el estudio del Celsam. (Crítica de la Argentina, pág. 18, 28/4/09)

Comentario Editorial:

Esta noticia revela la ligereza con la cual se encara la precocidad en las relaciones sexuales y también la poca relevancia que tiene el fondo de la cuestión que, para muchos entre los cuales me incluyo, necesitaría un enfoque diferente como es el de la "Educación para el amor". Si no se comienza desde el hogar a influir en la formación para el amor, seguirán produciéndose estos embarazos en miles de niñas que, influenciadas muchas veces por la cultura que las impulsa cada vez más a tener relaciones sexuales como "por diversión o por deporte", se inician en un camino que no tiene retorno sin dejar secuelas.
¿Acaso pasó de moda aquella educación que nos daban nuestras familias alentándonos al "ya vas a tener tiempo para experimentar el amor sexual, todavía hay intereses que deben preocuparte y ocuparte". Nuestras madres, no hace mucho, nos decían que valía la pena esperar a quien realmente mereciera nuestra entrega en cuerpo y alma. Hoy sabemos que eso se ha desvirtuado, en parte por los programas de televisión que presentan personajes cada vez más chicos obrando como adultos acabados.

La sexualidad y en particular la genitalidad, que es la manera de consumar el acto sexual que conduce a la fecundación, es un acto que se rige por valores: en primer lugar la responsabilidad, tanto del varón como de la mujer, para hacerse cargo de la posible consecuencia de un acto realizado por instinto o porque todos y todas lo hacen.

Quizá ha llegado la hora, no de volver atrás, a cuando nuestras madres nos daban los consejos antes mencionados porque estamos en otra época, pero sí, de comenzar por donde se debe comenzar en educación sexual, primero la reflexión con los jóvenes y niños: qué quieren para sus vidas, si están en condiciones de afrontar y hacerse cargo de la llegada de un bebé al mundo con todo lo que eso implica; y luego sí, en caso de que alguna de las adolescentes decida tener relaciones sexuales genitales, instruirla sobre la manera de evitar un embarazo no deseado, comenzando por aquéllos métodos que no agreden a su organismo.

Y como la consecuencia casi siempre recae sobre la adolescente y su familia, concientizar a los padres de los varones para que vuelvan a la vieja práctica de respetar a la mujer (aunque sabemos y comprobamos que muchas veces son ellas las que inducen a los varones para tener relaciones)

En definitiva, no se trata de prohibir, sino de educar en la libertad responsable, cosa que compete a la familia en primer lugar y en segundo lugar a la escuela como acompañante de la familia en la educación de los hijos. Y recordando siempre que el Estado es subsidiario de la familia y no el que tiene que entrometerse en las cuestiones privadas haciendo de estos temas políticas de estado que reemplacen el discernimiento personal y familiar que parte de una buena educación integral de la persona en materia de humanidad.

La educación familiar pasa también por la contínua formación de los padres para poder responder a estas cuestiones, especielmente en el caso de las familias más humildes, que son las que quizá, dejan la resolución en manos del estado o de otras mediaciones.

María Inés Maceratesi

domingo, 15 de marzo de 2009

Paternidad Responsable- (Educación sexual) Video

Preguntas para la reflexión:

¿Estamos preparados para responder las preguntas de nuestros hijos?
¿Si no les respondemos nosotros, quién o quiénes lo harán?
¿Por qué es tan difícil para los padres responder preguntas sobre sexualidad a los niños?
¿Hay que responder solamente lo que preguntan o más?
¿No necesitaremos ayuda para responder de acuerdo a lo que preguntan?

Algunos papás y mamás están cada vez más convencidos que para responder las preguntas de los hijos se necesita primero tener algunas herramientas. Es preferible que las adquieran ellos antes de que sus hijos recurran a extraños para que se las respondan.

domingo, 3 de agosto de 2008

La joven vida de Juno, un recurso para trabajar educación sexual en la escuela


Esta producción independiente que alcanzó records históricos de taquilla en los Estados Unidos nos invita a conocer -en medio de un contexto entre cómico, irónico y sarcástico- a Juno MacGuff (Ellen Page), una singular, intrépida, honesta -dice lo que piensa sin vueltas- y despreocupada (eso es lo que aparenta) adolescente de 16 años que queda embarazada luego de tener su primera relación sexual con Paulie Bleeker (Michael Cera), un impávido, pero a la vez seductor, compañero de la escuela.




Luego de tres tests de embarazos, a la joven protagonista (a quien ya catalogan como "sexualmente activa") no le queda otra que asumir semejante e inesperada consecuencia, producto de una tarde de aburrimiento.

Ante la evidencia, Juno comienza a pensar qué hacer con la situación que debe enfrentar y entiende que lo primero que deberá hacer será hablar con su padre y su madrastra, quienes la contienen y la ayudan a discernir.




Por lo pronto, Juno descarta la posibilidad de un aborto aunque, lo considera su primera opción, decidiéndose por la adopción. En principio idea un plan junto a su mejor amiga Leah para encontrar (mediante los avisos clasificados) a la pareja de padres perfecta para el bebé que está por nacer, ya que Juno sabe muy bien lo que quiere y es muy consciente de que no podrá hacerse cargo de la criatura.

¿Quiénes son los elegidos? Mark y Vanesa Loring (intepretados por Jason Bateman y Jennifer Garner, respectivamente), un matrimonio que vive en los suburbios, cultos y de buena posición económica, que desean adoptar a su primer hijo ya que ella no puede concebir. Él es un desestructurado compositor de jingles que aspira a ser estrella de rock, y ella por el contrario, una mujer que demuestra con mucho ímpetu sus deseos de ser madre.




Una vez que Juno los contacta, comienza a visitarlos asiduamente para conocerlos, inclusive los visita con su padre y advierte algo que la inquieta en la relación de la pareja. En ocasiones se presenta en la casa de la misma y encuentra a Mark solo y juntos tocan la guitarra y compartesn su gusto por la música y los grupos musicales viéndoselos como dos adolescentes.

Pero a medida que Juno avanza con su embarazo, la unión de Mark y Vanessa comienza a resquebrajarse. Y así como el otoño se convierte en invierno, y el invierno en primavera, los cambios físicos de Juno son el espejo de sus profundas modificaciones interiores.

Con una intrépida agudeza intelectual, muy diferente de la típica angustia adolescente, y gran firmeza de carácter (ella está completamente desprovista de estereotipos), Juno encara y resuelve sus problemas, desplegando una sólida madurez, totalmente inesperada en alguien de su edad.

Así se va dando cuenta de las desavenencias producidas en el matrimonio de Mark y Vanessa debido a la inmadurez de Mark quien comunica a su mujer que no se siente preparado para ser padre. Enojada, Juno escapa de la casa y trata de resolver la situación. Así transcurre el tiempo hasta que finalmente nace el bebé.



Juno pasa por el parto con mucho temple y acompañada por su familia y también por el jovencito con el que tuvo su relación sexual. Los dos descubren que se aman pero también que son muy jóvenes para enfrentar la crianza de una criatura.

Finalmente entregan al bebé a Vanessa porque consideran que es la que está realmente preparada para ser madre.



Acompañada por una buena música, un excelente guión y un delineamiento de personajes que se complementan a la perfección, "La Joven Vida de Juno" narra con mucho sentido del humor (cuenta con diálogos muy graciosos) el paso de la adolescencia a la adultez, y aborda un tema serio como lo es el embarazo adolescente y lo que trae consigo, pero de una manera distinta y a la vez optimista.

Vale la pena destacar la actuación de todo el elenco de esta película, pero principalmente hay que mencionar el notable desempeño de la actriz canadiense Ellen Page (algunos la reconocerán por su papel de Kitty Pryde en "X-Men 3: La Batalla Final" o en el film "Hard Candy"), quien se roba la película con su naturalidad, frescura y su talento para encarar a este personaje que le otorgó varias nominaciones como mejor actriz protagónica en los distintos festivales independientes, en los recientes Globos de Oro, SAG Awards y Premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.

Fuente: Cine y Más: www.cineymas.com.ar
Agradecimiento: María Gabriela y Juan Pablo Losino/Cine y más...

"La Joven Vida de Juno" contó con la dirección de Jason Reitman y se basa en un guión de
Diablo Cody.



Comentario:

Una película digna de ser exhibida en las escuelas, a chicos adolescentes, porque es la etapa del despertar sexual pleno, en el que fluyen las emociones y las sensaciones sin llegar a medir la consecuencia que pueden ocasionar si se dejan sin un freno. La película, a mi entender, es una lección de educación sexual con todo lo que ella debería contener: actitud de la familia frente al embarazo adolescente, los valores que cuentan al momento de resolver la situación, la búsqueda responsable de una salida apropiada, la involucración de todos los "actores" y la necesidad de la reflexión, el discernimiento y la responsabilidad antes, durante y después de la relación sexual, del embarazo, del parto y de la vida posterior a llevar adelante.

jueves, 23 de agosto de 2007

El rol de los padres en la educación sexual



Más allá de los debates que pudo haber propiciado el Programa de Educación Sexual Integral sobre el rol de los padres en la educación sexual de los hijos, es importante afirmar que ellos son los primeros educadores de sus hijos. Por otro lado, a esta altura de los acontecimientos, no cabe la discusión sobre si deben ser los únicos o si su función está por encima de la que cumple la escuela. Cuando hablamos de una educación para la vida, la escuela, es subsidiaria de la impartida por los padres. La una necesita de la otra y que las dos converjan en mismos objetivos.

Para que lo anterior sea realidad, el artículo 9° de la ley expresa que “se deberán organizar en todos los establecimientos educativos espacios de formación para los padres o responsables, que tienen el derecho a estar informados. Así mismo, en el apartado c), del artículo citado, la necesidad de “vincular más estrechamente la escuela y la familia para el logro de los objetivos del programa”. Queda claro que la ley no está dejando nada librado al azar y que ha detectado dos carencias: que los padres no están lo suficientemente informados y que el vínculo familia-escuela debe ser reforzado.

El Programa tiende a que exista una comunión entre la familia y la escuela, cosa que se ha visto deteriorada en los últimos años por razones que son materia de discusión en otro momento. Nada más alejado de la búsqueda de un culpable. Lo que se debe resaltar es que las dos tienen un destinatario en común y deben estar unidas en el objetivo de “promover la comprensión y el acompañamiento en la maduración afectiva del niño, niña y adolescente, ayudándolo a formar su sexualidad y preparándolo para entablar relaciones interpersonales positivas”. Cabe señalar que “la familia tiene carácter prioritario pero no exclusivo ya que ésta delega en la escuela y en otras comunidades educativas (clubes deportivos, iglesia) la continuación, profundización y sistematización de los conocimientos y valores” (Martín O. y Madrid E. 1993-1994).

La experiencia nos dice que existe el deseo, en la mayoría de los padres, de hablar confiadamente de la sexualidad con sus hijos. Las más de las veces queda sólo en eso, en deseo. Existe consciente e inconscientemente la puesta de una barrera producto de la escasa información generada por el desconocimiento, negación o aceptación de la propia sexualidad. Una Escuela para Padres, en materia de educación sexual integral, ayudaría a la familia en su rol de educador más influyente de un hijo. No sólo le permitiría proporcionar información exacta a los niños y neutralizar los mensajes negativos de los medios de comunicación sino que también les ayudaría a descubrir que la educación sexual es una vía para la transmisión de los valores familiares.

¿Qué decir? ¿Cuándo empezar? ¿Espero a que me pregunten? ¿Quién debe encarar el tema? ¿El papá? ¿La mamá? Estas serían algunas de tantas preguntas que flotan a la hora en que los padres deciden encarar el tema.

Es preferible empezar un año antes y no llegar un minuto después.
Desde el nacimiento, un niño o una niña, recibe mensajes sobre su sexualidad. Cuando se los abraza, se los acaricia, o se los toca, se les trasmite que son amados. La elección de la ropa, de los juguetes, de las actividades les ayuda a construir su identidad en cuanto género. Ver desnudos a sus hermanos u, ocasionalmente, alguno de sus padres les enseña sobre las diferencias biológicas.

A pesar de esto, la idea de que la educación sexual empieza desde el nacimiento es, para gran parte de los padres, algo inverosímil. Esto ha llevado a que se pasaran por alto momentos u oportunidades, para trasmitir información positiva y aprovechar para desmitificar tantos conocimientos erróneos, dados por el entorno, y que tanto influyen en su sexualidad posterior. Estar atentos a estos momentos da un espacio y un tiempo que permite ver cuál es la actitud familiar frente a la sexualidad, permitiendo establecer un clima de confianza donde los niños puedan encontrar las respuestas a sus preguntas.

Nunca es un peligro brindar información demasiado temprano. Se corre más peligro con poca información demasiado tarde. Los niños van a asimilar lo que puedan. Tal vez no captarán todos los detalles pero se asegura una comunicación fluida entre ellos y sus padres.

Cada pregunta de un hijo merece una respuesta honesta obviamente ajustada a su nivel de entendimiento. No tiene que sorprender que las mismas preguntas se repitan a lo largo de su evolución. Sí, lo que se debe asegurar, es saber qué realmente está preguntando el niño. Ante la pregunta: “¿de dónde vine yo?” tal vez sólo quiera averiguar en que ciudad nació y no como fue gestado. Una manera de manejar esa situación sería repreguntando “¿qué pensás vos?”.

Algo importante de recordar es que los niños siempre quieren saber lo esencial y que lo sexual no tiene la misma connotación que para los adultos.

Ocuparse de la educación sexual de los hijos puede parecer una tarea embarazosa. No solo por el compromiso que debe asumirse sino porque moviliza la propia sexualidad, las propias experiencias, los propios temores de cada persona. Es necesario que los padres hablen entre sí y acuerden qué mensaje y qué valores aspiran transmitir a sus hijos.

Es bueno, que los padres, se procuren una formación e información anterior. De esta manera se anticipan a las preguntas y a los comportamientos sexuales elaborando respuestas sencillas y sinceras. Cuánto más sana sea la sexualidad vivida en la familia más sana será la construcción de la identidad sexual de los niños.

Tener vergüenza frente a ciertas preguntas es normal. Más si el padre o madre fue educado en que la sexualidad es algo de qué avergonzarse. Expresar este sentimiento, frente al niño, y a pesar de esto dar una respuesta, es signo de honestidad.

La iniciación de los hijos en el proceso de aprendizaje de la sexualidad puede ser embarazoso o maravilloso. Depende de lo que cada padre elige.

“La educación afectiva y sexual desde el hogar, aún respetando las diferentes etapas evolutivas, es muy distinta a la de la escuela. En la familia, la educación afectiva y sexual es constante, ocasional y espontánea, y esta impregnada de afecto, ternura y caricia. Es desinformalizada, testimonial y orientada desde y hacia los valores del hogar; implica desplegar el mundo de los afectos y de los sentimientos, las dimensiones del cuerpo y de la corporeidad, proporcionar los saberes necesarios para la propia autocomprensión y para amar.” (O.Martin).


Lic. Joaquín Rocha Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación
Revista San Pablo On Line