David Chadwell es un defensor a ultranza de la educación diferenciada, o dicho de otra manera, aquella relacionada con los colegios no mixtos. Director de Iniciativas Educativas de Carolina del Sur (EE. UU.) y con una amplia experiencia docente, Chadwell ha pasado por Sevilla, invitado por la Fundación Ábaco y Easse (European Association Single-Sex Education), para exponer sus argumentos sobre las ventajas de este modelo educativo, que es una opción en la escuela pública norteamericana desde 2006 a partir de una reforma legal impulsada por dos senadoras: la republicana Kay Bailey y la demócrata Hillary Clinton. Desde que en 2007 fuera nombrado coordinador e impulsor de este proyecto, los colegios «single sex», o de educación diferenciada, han aumentado en Carolina del Sur de 40 a 125, registrando una demanda cada vez más creciente.
Para David Chadwell, esta opción educativa se justifica, básicamente, por «el derecho de los padres a poder elegir la educación que desean para sus hijos. Poder elegir libremente es fundamental también para alumnos y profesores. Además, si parte de la población demanda un modo de educar diferente, en una democracia se debe respetar y proveer dicho sistema», señaló convencido a ABC, no sin confesar su extrañeza con lo que está sucediendo en nuestro país y las cortapisas que se pretenden imponer a este tipo de escuela.
El papel de los docentes
Para David Chadwell, esta opción educativa se justifica, básicamente, por «el derecho de los padres a poder elegir la educación que desean para sus hijos. Poder elegir libremente es fundamental también para alumnos y profesores. Además, si parte de la población demanda un modo de educar diferente, en una democracia se debe respetar y proveer dicho sistema», señaló convencido a ABC, no sin confesar su extrañeza con lo que está sucediendo en nuestro país y las cortapisas que se pretenden imponer a este tipo de escuela.
El papel de los docentes
«La educación diferenciada —dice— ha de quedar fuera del debate político y basarse en los resultados educativos». En este punto, recurre a los datos del último informe Pisa, según los cuales en todos los países se produce un fenómenos similar: las chicas superan a los chicos en las habilidades relacionadas con la lectura, mientras que éstos logran mejores resultados en ciencias. Es más, se detiene en un caso especialmente significativo, como el de Finlandia, con uno de los sistemas educativos más prestigiosos y donde, sin embargo, los alumnos arrastran un retraso de hasta 55 puntos por debajo de sus compañeras en lectura. «Algo falla», advierte, lo que le da pie a considerar que «tomar el sexo como una opción para enseñar es algo positivo y no una discriminación». Dentro de este contexto, hace especial hincapié en el papel del profesorado: «Los docentes tienen que recibir la formación necesaria para saber cómo se pueden optimizar las potencialidades de los alumnos a partir del conocimiento de las peculiaridades de cada sexo». Chadwell argumenta que con la aplicación de esos criterios específicos, en las escuelas diferenciadas de Carolina del Sur, chicos y chicas han recortado sus diferencias obteniendo mejores resultados en el aprendizaje. «Ese trabajo de saber cómo es diferente el niño y la niña en la escuela, deberíamos aprenderlo los profesores en la Universidad, pues resulta esencial para la enseñanza».
Mayor participación, autoestima, interés... son sólo algunos de los aspectos positivos que destaca de los alumnos y alumnas que siguen sus estudios en escuelas diferenciadas. «El éxito académico mejora con este sistema, muy ligado también al trabajo del profesorado», apunta David Chadwell, quien subraya que la educación diferenciada «no es mejor, ni única, es una opción», en la que rechaza que exista discriminación alguna. En su alegato trae a colación cómo la Convención de la Unesco de 1960 excluye de dicha catalogación a este tipo de escuelas, en las que los contenidos curriculares, características de los centros y profesores son las mismas ya sean colegios de niños o de niñas.
Mayor participación, autoestima, interés... son sólo algunos de los aspectos positivos que destaca de los alumnos y alumnas que siguen sus estudios en escuelas diferenciadas. «El éxito académico mejora con este sistema, muy ligado también al trabajo del profesorado», apunta David Chadwell, quien subraya que la educación diferenciada «no es mejor, ni única, es una opción», en la que rechaza que exista discriminación alguna. En su alegato trae a colación cómo la Convención de la Unesco de 1960 excluye de dicha catalogación a este tipo de escuelas, en las que los contenidos curriculares, características de los centros y profesores son las mismas ya sean colegios de niños o de niñas.
Fuente: ABC de Sevilla
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