miércoles, 1 de junio de 2011

Redes sociales al acecho


Por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación



Las redes sociales se han popularizado de tal manera, que hoy es casi un signo distintivo e indispensable para no estar fuera de un neosistema comunicacional. Sin embargo, sabías que:

La necesidad de pertenecer hace que, en general, las personas, niños (aunque, para ellos, estaría prohibido), jóvenes y adultos abran una cuenta y junto a ella “desparramen” datos de sus vidas y entorno, que deberían permanecer en privado. La Argentina ocupa el puesto 19 en el ranking mundial de los países que mas navegan.

Nadie garantiza que esa información esté segura en sus sistemas ni nadie garantiza poder eliminarlos completamente, llegado el caso. Así, se desprende de las condiciones de uso (1) y política de privacidad, que es requisito aceptar para poder acceder a la red. Pocos, muy pocos son los que leen estas condiciones. He ahí el gran riesgo. Los datos de una persona quedan “navegando” en el ciberespacio a merced de cualquiera que quiera obtener beneficios de ellos.

Según Symantec (Corporación internacional que produce software, especialmente relacionado a la seguridad) “terceras partes habrían accedido a información personal, como perfiles, fotografías y chat, y podrían haber tenido la capacidad para colocar mensajes. Estimamos que hasta abril del 2011, cerca de 100.000 aplicaciones estaban permitiendo esta filtración. A lo largo de los años, cientos de miles de aplicaciones podrían haber filtrado inadvertidamente millones de accesos a terceras partes”. Facebook, la mayor red social del mundo, fue informada al respecto y confirmó la filtración.

Otro peligro eminente lo representan los, para algunos valiosos, 140 caracteres que proporciona el Twitter. Se supone que es un lugar donde los usuarios expresan comentarios de manera clara, sin injuriar, fuera de toda ofensa, con respeto y empatía. La realidad no dice lo mismo, ya que, detrás de una supuesta “libre expresión”, se encuentra una verborragia escrita donde se puede afirmar cualquier cosa sobre cualquier persona.

Es el arma preferida de los que hacen un “bulling” encubierto. Ni los jóvenes ni los adultos han tomado conciencia del peso que cobran ciertas opiniones emitidas. Decir algo por esta red social es como usar todos los medios de comunicación a la vez. ¿Exagerado? La respuesta la tienen todos los políticos y famosos que saben de la huella que puede dejar un “ingenuo” comentario de 140 caracteres.

Carlos Jiménez, especialista en Tendencias Digitales, afirma que "es un hecho: el fenómeno de las redes sociales llegó al más alto nivel. Twitter, caracterizada por su inmediatez, se ha convertido también en la forma perfecta de los políticos para enfrentarse con sus adversarios y levantar polémicas”.

Twitter, a diferencia de otras redes sociales, no requiere ningún manual de instrucciones. Al ser cada vez más escaso el “sentido común”, debería ir acompañado de algunas reflexiones del mal que se puede infligir, si no se recapacita sobre la opinión que se vierte. El semiólogo Hugo Marietan afirma, en el diario Perfil, que “la vorágine de la comunicación impide contar con tiempo para la reflexión antes de emitir un texto. Eso facilita que lo emocional intervenga y que se contamine con lo racional. Las expresiones agresivas surgen sin filtro y sin medir los límites”.

Entre los adolecentes, este tipo de comunicación refleja un cambio de hábitos que, junto a la telefonía celular, instaura una generación de dependientes y, a su vez, de controladores de todas las amistades, a través de las diferentes redes sociales. El adolescente crea una identidad “virtual” que, en muchos casos, está alejada de su identidad “real”, donde también podrá hallar amigos “virtuales” y, de esta manera, ampliar su espacio comunicativo.

Sin duda, suponen una oportunidad para aquellos que no logran estrechar vínculos en su entorno. Desde mi punto de vista, esto asienta más las conductas de huida y aislamiento en aquellos jóvenes que, por su timidez, les cuesta establecer relaciones de acuerdo con sus intereses.

Los padres de adolecentes no han tomado aún conciencia del arma de doble filo que representan las redes sociales. No se trata de censurar, sino de averiguar qué hacen sus hijos en esas redes, en qué consisten y con quiénes hablan. Estar atentos no implica una intromisión en el mundo del adolescente.

Si la pregunta directa, con respeto y afecto, genera un retraimiento en el joven, es necesario buscar otros medios. Sin invadir la página personal, se puede entrar en la página general de la red social para navegar y poder ver los contenidos que allí manejan sus usuarios. Sin obsesionarse, se puede, también, conversar o debatir el tema con otros padres.

La escuela es un buen lugar para este tipo de debates y aprendizajes. Generar confianza en el adolescente constituye el ingrediente principal para lograr una comunicación efectiva.

Las redes sociales resultan buenas hasta que muestran su lado oscuro. Al extender el círculo de amigos, se incrementa la exposición a otras personas con no buenas intenciones.

Los adultos debemos conocer e investigar, a fondo, sobre el mal uso o uso para fines ilícitos de estas redes sociales, para prevenir el abuso en nuestros adolescentes.


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Fuente: San Pablo On Line

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