viernes, 3 de febrero de 2012

El castigo corporal en los niños aumenta su tendencia a mentir




Según un reciente estudio, los niños expuestos a un ambiente escolar donde se aplican castigos corporales utilizan la mentira para ocultar sus faltas y protegerse, y son mejores mentirosos que aquellos que estudian en escuelas donde los castigos son simbólicos.

La investigación, publicada en el periódico Child Development ("Desarrollo infantil"), muestra que en un ambiente punitivo los niños aprenden a mentir de modo más convincente que quienes están sometidos a una disciplina más tolerante.

El estudio, dirigido por la profesora Victoria Talwar, de la Universidad McGill, y el profesor Kang Lee, de la Universidad de Toronto, examinó el comportamiento engañoso en dos grupos de niños de tres y cuatro años provenientes del mismo vecindario. Un grupo concurría a una escuela privada tradicionalista, donde se golpeaba a los niños con una vara, o recibían coscorrones y pellizcos públicamente de modo rutinario por faltas que iban desde olvidar un lápiz a provocar desorden en el aula. En la otra escuela, también privada, los niños eran disciplinados con detenciones, retos y, en casos más graves, con la reprimenda del director.

Los investigadores compararon el comportamiento de los niños en ambas escuelas, entrevistándolos individualmente. Durante la entrevista se pedía a los niños que no miraran un juguete que había en la sala. Los niños no podían resistir la tentación una vez que estaban solos. Cuando los investigadores les preguntaban si habían mirado al juguete, casi todos los que venían de un ambiente escolar punitivo mentían, en tanto sólo la mitad de los niños mentía en el otro grupo. Más aún, luego de la mentira inicial, los primeros eran mucho más hábiles y decididos a la hora de sostener la mentira, dando respuestas erróneas o simulando ignorancia.

El trabajo sugiere que "los castigos físicos no sólo promueven la deshonestidad, sino que también aumentan la habilidad de los niños para ocultar sus transgresiones", afirman Talwar y Lee.

De hecho, los niños mentirosos de tres y cuatro años en la escuela punitiva eran capaces de mentir como niños de seis y siete, según los describen otros estudios. "El resultado es sorprendente", comentan los autores, porque "estudios previos han demostrado consistentemente que los niños de ambientes punitivos tienden a sufrir retardos en su desarrollo cognitivo".

"Una posibilidad es que el ambiente punitivo haga que los alumnos se motiven más a encontrar estrategias de supervivencia", dice Lee. "Mentir parece una táctica adaptativa en tal situación".

"Este es un aviso para los padres que creen estar haciendo bien cuando castigan duramente a sus hijos por mentir. Está claro que el castigo corporal no sólo no reduce la tendencia a mentir, sino que en realidad mejora la capacidad de engaño".

Fuente: Síntesis Educativa
y Science Daily, EEUU.

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