viernes, 30 de enero de 2009

¿Ficción o realidad?


Hoy amanecimos en Buenos Aires enterándonos de la muerte violenta de otro adolescente a la salida de un local bailable; ayer en un confuso episodio, un joven de veintitres años fue degollado en la calle por otro de la misma edad. Ésto ocurre en lugares de veraneo en la costa atlántica, pero también en el conurbano bonaerense y en la ciudad. Los noticieron de televisión no escatiman noticias como las citadas que reflejan "una" realidad, solamente "una", la peor, la más sórdida, la que protagonizan adolescentes, en su mayoría entre los dieciocho y veinticuatro años.

La pregunta es ¿por qué?. Siempre existieron hechos violentos, violaciones, consumo de sustancias nocivas, pero nunca como actualmente. Y si sumamos los accidentes automovilísticos protagonizados por algunos jóvenes, llegaremos a alguna conclusión a la que nos lleva el sentido común. Todos hemos sido o somos jóvenes pero no todos nos hemos expuesto al peligro extremos día a día quizá porque había un alerta que nos generaban los adultos y a los cuales adheríamos, a veces con mucha rebeldía, no sin evitarnos tropiezos, dificultades y burlas pero, siempre nos cabía la opción de llegar a nuestra casa y poder confiar nuestras dudas, nuestras preocupaciones y vicisitudes a nuestros padres o a algún referente mayor que podía ser algún hermano o hermana, y hasta algún vecino en el que confiábamos.

No es fácil hoy ser adolescente, pero tampoco es fácil ser adulto porque nos encontramos con innumerables dificultades, comenzando por la violencia que nos provoca la imposibilidad de conseguir trabajo por ser considerado fuera del target solicitado, o sea joven de menos de treinta años. Pero este es otro tema. La televisión -dicen- puede ser un factor desequilibrante para los adolescentes por la temática de los programas y series emitidas. Y es posible debido a la inmadurez de muchos televidentes (jóvenes y no tanto) que suelen confundir ficción con realidad y poseen una falta de personalidad que los lleva a imitar todo cuanto ven.

Si en cambio se nos inculcara desde el hogar y desde la escuela la posibilidad de hacer una lectura crítica de lo que se ve en televisión y se oye en la radio, sería diferente. No quiero pasar por ingenua ni minimizar los riesgos de una programación decadente pero estoy convencida que falta educación para canalizar la fantasía, comprenderla como tal y una vez concluido el programa en cuestión, volver a la realidad propia de cada uno y seguir siendo la misma persona, es la clave. También estoy convencida de que se necesita un compromiso serio de los Medios de Comunicación y del estado pero sobre todo, de la FAMILIA, que es anterior al estado y a todo. ¿Estaré tan equivocada?.

Vale la pena leer esta nota publicada por "La Nación"

El furor por las series adolescentesLos pobres chicos ricos del cable

Dueños de una situación económica privilegiada y una vida personal turbulenta



lanacion.com Espectáculos Jueves 29 de enero de 2009

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