sábado, 16 de mayo de 2009

Hijos fuertes ante las adversidades


Lo quiero todo y ahora
Hago lo que me apetece y no me supone demasiado esfuerzo
Me lo merezco todo
Trabajo, sí, pero lo justo para cubrir el "expediente"
Soy un niño, estoy aquí para jugar y divertirme

Parece que el inconsciente de nuestros hijos funciona con las premisas anteriores. El mínimo esfuerzo, el máximo placer. Desde que son pequeños les hemos acostumbrado a llevar una vida fácil y cómoda, a menudo lindante con una vida egoísta y dependiente.

Al principio no nos damos cuenta: son tan pequeños y tan vulnerables que creemos que lo mejor es darle todo tipo de comodidades y seguridad. Con el tiempo nos percatamos que no hemos sabido combinar esa comodidad con exigencia, esa seguridad con esfuerzo. Resultado: nuestros hijos crecen frágiles, con poca resistencia a la frustración y con pocas aptitudes de superación.

Es importante educar a nuestros hijos en la reciedumbre, en la capacidad de superar y afrontar dificultades. Debemos desarrollar en ellos desde pequeños una voluntad fuerte, sentido del sacrificio y fortaleza interior.

Los adultos bien sabemos que la vida no es fácil. Nos depara sorpresas, a menudo dolorosas y difíciles de soportar. Nos exige sacrificios, privaciones y nos da muchas lecciones de humildad. Y esta es la vida con la que se encontrarán nuestros hijos: con momentos buenos y momentos malos. Preparémoslos para sacar el mejor partido de todos esos instantes comenzando ya.

¿Quieres saber cómo ayudar a tu hijo a superar las dificultades del día a día?
14 reglas de oro para educar a tu hijo con reciedumbre

Para tener reciedumbre, hay que estar seguro de uno mismo. La base de la seguridad de toda persona reside en el respeto y el amor que recibe de las personas que quiere. Por eso, trata a tu hijo como a la persona más importante del mundo. Dile a menudo: "Nunca dejaré de quererte, hagas lo que hagas", lo que no quita que se le recrimine por su comportamiento negativo.

Enséñale autocontrol. Enséñale a acabar lo que empieza, a dilatar la gratificación, a controlar sus impulsos. Para ello, desarrolla con él un vocabulario de sentimientos. Muchos niños se sienten frustrados y agresivos porque no saben expresar sus sentimientos. Lloriquean, se quejan, pegan y desisten de sus intenciones. Escribe en una pizarra todos los adjetivos que muestran enfado o tristeza: enojado, irritado, enfurecido, etc. Cuando tu hijo esté enfadado, úsalas para que pueda identificar sus sentimientos: "Parece que estás realmente furioso; hoy los deberes son más difíciles que otros días ¿verdad?" Esto es suficiente para que se sienta comprendido y haga un esfuerzo "extra".

Estimula su aprobación interna. Haz que tu hijo no dependa de tu aprobación sino de su propio reconocimiento. Para ello, cambia los pronombre "yo" por "tu":

- Incorrecto: Estoy muy orgullosa porque no has caído en la provocación de tu hermano.
- Correcto: Debes estar muy orgulloso por no haber caído en la provocación de tu hermano.

Actuando de este modo, conseguirás que se mueva por sus propios objetivos y opiniones, no por lo que piensen los demás de él.

Sé modelo de autocontrol para tu hijo. Si estás en una cola y alguien se cuela, si conduciendo te pitan e insultan, si se te ha borrado el trabajo del ordenador o si tu hijo te reta a una lucha de poder recuerda que eres modelo de autocontrol para tu hijo. Tenlo en mente y aprovecha las circunstancias del día a día para enseñar autocontrol a tus hijos. La técnica de parar, pensar y actuar ayuda en este sentido.
Pregúntate si compras impulsivamente, si discutes con demasiada vehemencia, si te dejas llevar por tu estado de ánimo; si te quejas cuando las cosas no salen como deberían, si te niegas a comer lo que no te gusta o si no le das importancia a la puntualidad. Son pequeños detalles que los niños registran en sus mentes y van conformando su personalidad.

Habla con tu hijo sobre lo que es autocontrol. Explícale que cuando "se aguantan las ganas" de tomarse el postre antes de cenar, de insultar a un compañero que le ha ofendido o de jugar al ordenador cuando no toca está teniendo autocontrol. Identifica las diferentes situaciones del día en que tu hijo supera la tentación y házselo saber: Marcos te ha dicho en el colegio que hagas una cosa que tu no querías hacer y no la has hecho. Eso es autocontrol. Debes estar muy contento de haberlo conseguido. Acostúmbrate a utilizar la palabra "autocontrol" en tu casa para que aprendan a reconocer en ellos esta cualidad.

Dale responsabilidades a tu hijo, además de la de estudiar y sacar buenas notas. Reparte de manera proporcional las tareas del hogar y exige su cumplimiento con la calidad que se merecen.
No bajes el tablón de exigencia solo porque tú hijo es pequeño o porque tiene mucho que estudiar. Si tiene capacidad de realizarlas, debe cumplirlas con la máxima calidad.

No acudas cada vez que te llama porque no siempre que te llama te necesita. De hecho, tu hijo necesita llorar, equivocarse y rectificar sin tu ayuda. Dale espacio y tiempo para aprender a superar por sí mismo sus problemas.

No cedas ante sus caprichos y berrinches. Hay cosas que se pueden explicar y negociar pero hay otras que deben aprender a aceptar sencillamente por el prestigio de los padres.

Quiérelo con detalles, con tu tiempo, con tu presencia, con tu ánimo y con tus palabras pero no evitando que consiga cosas por sí mismo, esforzándose y superándose.

Enséñale a enfrentarse a la injusticia. Utiliza para ello las reuniones familiares. En ellas tus hijos se implicarán y podrán defender sus puntos de vista, respetando los de los demás. El objetivo es que, con el tiempo, sean capaces de defender sus principios y actuar en consecuencia.

Enséñale deportividad, enséñale a jugar limpio. El deporte es una gran herramienta para fomentar el esfuerzo, la perseverancia y la superación de uno mismo.

Establece unas normas claras y sus consecuencias. Asegúrate que todos las conocen y trata de cumplirlas, tú el primero. Un solo consejo: sé consecuente con ellas.

Fomenta el sentido del humor. Evita sobredimensionar los problemas con buen humor y alegría. Un padre o una madre divertidos y alegres son tan o más dignos de crédito que aquellos padres huraños y culpabilizadores.

Formula y comparte un enunciado familiar que guie vuestro comportamiento: Esta familia hace lo que debe, no solo lo que le apetece
Fuente: Solo Hijos News

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