lunes, 26 de julio de 2010

Cómo educar a nuestros hijos en un mundo hiperexigente



“Vivir apurados no es vivir, sino sobrevivir”.

Hoy en día hay un exceso de perfeccionismo y de vanidad en la educación de nuestros hijos.Se busca llenar su agenda hasta límites abusivos de clases extra-escolares, deberes y actividades que solo cansan y “machacan” a los niños y que, en muchos casos, refuerzan el ego de los padres que proyectan en ello posibles frustraciones personales.

Está muy bien que aprendan tecnología suficiente e idiomas para enfrentarse al mundo, pero lo más importante es crear niños y luego adultos con pasión por aprender, descubrir y llegar a ser seres humanos completos.

“Cuando los adultos controlan al milímetro la infancia de los niños, éstos pierden todo lo que da satisfacción y sentido a la vida: pequeñas aventuras, disfrutar del sentimiento anárquico, viajes secretos, juegos, contratiempos, momentos de soledad e incluso de aburrimiento. Sus vidas se convierten en extrañamente sosas, sin logros personales y en cierta medida aburridas y artificiales”

“A muchos niños se les diagnostica déficit de atención e hiperactividad por motivos equivocados: en la actualidad, antes que cambiar el entorno donde vivimos, preferimos alterar nuestros cerebros para que se adapten al entorno. Consideramos la timidez, la tristeza, la duda, la culpa o la ira como enfermedad en lugar de rasgos inherentes a la condición humana.

De hecho, cada vez más padres llevan a sus hijos de uno o dos años al psicoterapeuta para que les curen las rabietas;nuestros hijos no son “trozos de barro a los que moldear” a nuestro gusto, sino personas a las que acompañar en la vida. Tenemos miedo, pero no somos capaces de darnos cuenta de que las incertidumbres y las dudas son ingredientes básicos de la tarea de educar.

Muchos padres viven a través de sus hijos. Sus éxitos son los nuestros y sus fracasos también. Estamos demasiado involucrados en sus vidas... en cierto modo los chicos han pasado a ser mi mismo yo, un proyecto de vanidad. La línea entre padres e hijos se borra y cuando eso pasa, algo tan importante como la disciplina, las reglas, el saber decir “no”, lo tiramos por la ventana. Los niños necesitan límites para sentirse seguros y también para desenvolverse en la sociedad y para relacionarse con los otros.

La mayor expresión del amor hacia nuestros hijos es estar con ellos. Conocerse. La paternidad es un viaje hacia el descubrimiento y como todos los viajes comporta incertidumbres, dudas, errores. La gente que acepta eso transforma la paternidad y la maternidad en una aventura muy rica,y el resultado entonces, son niños más completos y más sanos.

Hoy,nuestros hijos no aceptan las normas y tampoco las críticas,no saben comportarse y los padres no saben lo que quieren, hemos perdido la brújula y el control y eso a los chicos les hace daño, les perjudica y les preocupa. Ser padre es difícil, duro y agobiante. No es un sueño de vacaciones. El problema es que en lugar de pensar y aceptar que todo saldrá bien, invertimos en el lugar equivocado

Fuente: Nueva Escuela para Padres

1 comentario:

123456789 dijo...

Muy buena la nota, fundamentalmente la conclusión. Le solicito a la autora y a los usuarios visiten http://sugerenciascaseras.com.ar y posteen sugerencias y comentarios al respecto.